viernes, 10 de agosto de 2012

El regalo de vivir

Para las personas con tendencia al suicidio, su existencia ha alcanzado un punto extremo de desesperación y no encuentran ninguna alternativa a sus problemas que no sea dejar de vivir. Es complicado comprender una situación así, si no se está en la atmósfera de tristeza y desolación en la que vive el suicida potencial. Desde fuera, nos cuesta opinar sobre si quien se quita la vida es un cobarde u ofrece al mundo la mayor muestra de valentía. 

DEFINICIÓN Y LEGALIDAD
El suicidio se define como el acto por el que un individuo se provoca la muerte deliberadamente. El objetivo de este acto es únicamente morir, por lo que a los mártires, por ejemplo, no se les considera suicidas, ya que mueren en nombre del Dios en el que creen, a pesar de que en algunas religiones el suicidio es un pecado. No obstante, para la cultura oriental es una manera honorable de escapar del sufrimiento y del dolor. 

Las dos terceras partes de quienes se suicidan sufren depresión, adicciones o ansiedad. Las enfermedades mentales se dan en el 90% de los casos de muerte intencionada. Los familiares cercanos de un suicida tienen cinco veces más riesgo de desarrollar una tendencia al respecto en el futuro. Para prevenir ideas de este tipo, es preciso acudir al psicólogo o al psiquiatra. 

En todo el mundo, se quitan la vida cada año más de un millón de personas. Es la segunda causa de muerte mundial, seguida de los accidentes de tráfico. En los jóvenes, influye mucho el consumo de drogas y alcohol, el aislamiento, la violencia familiar y las actitudes antisociales (no sentirse integrados en un grupo de amigos). También influye, en cierta medida, el hecho de sufrir bullying en el colegio (acoso por parte de los compañeros de clase). 

Si se da la circunstancia de que el individuo que desea morir tiene plenas facultades mentales, en teoría nadie podría evitar su suicidio, ya que lo contrario sería un delito de coacción. Según el Tribunal Constitucional de España, provocarse la muerte "es un acto que la ley no prohíbe". No obstante, si alguien induce a una persona a quitarse la vida, le facilita los medios necesarios para ello (si se trata de una persona que no puede valerse por sí misma, lo que se conoce como eutanasia), o no trata de evitar la muerte en circunstancias de locura transitoria o depresión muy grave, será castigada por la ley. 

CAUSAS PSIQUIÁTRICAS
En muchos casos, la causa directa del suicidio es la enfermedad psíquica del individuo. Éste puede sufrir esquizofrenia, trastorno bipolar, depresiones graves, ansiedad o ataques de pánico. El perfil de las personas con tendencia al suicidio es el de adultos sin afán de lucha, que se rinden con facilidad, se sienten indefensos, no tienen esperanzas ante la vida, son impulsivos, se muestran agresivos, exigentes y dependientes. Los jóvenes, por su parte, suelen estar convencidos de su maldad y no se sienten queridos por las personas de su entorno, además de no aceptar ningún fracaso y mostrarse muy críticos consigo mismos. 


Quien desea irse de este mundo planea su idea con antelación y suele comunicárselo a alguien de su entorno en algún momento. Por tanto, es un error pensar que el que informa de sus intenciones, en el fondo, no piensa quitarse la vida o lo hace sólo para llamar la atención. Es necesario tomarse muy en serio cualquier advertencia. 

En la mayoría de los casos, se dan varios factores que favorecen los pensamientos suicidas. Por ejemplo, puede unirse el hecho de que el individuo tenga problemas familiares graves, padezca un trastorno depresivo y además, sea muy dependiente. Una baja autoestima puede rematar su panorama personal y potenciar las ideas negativas. Rara vez se da un único factor desencadenante. 

CLASIFICACIONES
Desde el punto de vista moral, existen cinco tipos de suicidas: 
      - Vicariantes: adelantan la muerte que ven en un futuro porque sostienen que ya no quedan esperanzas y que no hay nada que compense la espera para que termine el sufrimiento. 
       - Perfeccionistas: no toleran haber perdido atributos, poder o prestigio, por lo que creen que la mejor opción es quitarse la vida. 
       - Hedonistas: no soportan aquello que suponga un impedimento de cualquier tipo de placer. 
       - Transicionales: se plantean el suicidio cuando se dan crisis de transición en su vida que no se pueden evitar. 
       - Sintomáticos: padecen una enfermedad psíquica o confusión mental. 

En su libro publicado en 1897 y titulado El suicidio, el sociólogo francés Émile Durkheim defiende que los suicidios son actos individuales que responden a causas sociales. Son determinantes algunos factores como el estatus social y económico, el estado civil, la edad o las presiones laborales. Así, Durkheim habla de tres tipos de suicidio:
         - Suicidio egoísta: se da en sociedades donde el individuo no se siente integrado. 
     - Suicidio anómico: se produce por una falta de regulación social, lo que se conoce como anomia. El individuo no interioriza como suyas las normas sociales. 
        - Suicidio altruista: es característico de sociedades con una gran integración social, en las que el individuo entrega su vida en beneficio de algo o de alguien. Es el caso de los kamikazes. 

PREVENCIÓN
Con el objetivo de prevenir el suicidio y reducir los efectos de los pensamientos negativos en la salud, es conveniente contar con la ayuda de especialistas. Uno de los organismos creados para este fin es la Asociación de Supervivientes de una muerte por suicidio, que se encuentra en Barcelona. 

Otra opción es llamar al popular teléfono de la esperanza. No obstante, la mejor alternativa para obtener buenos resultados es acudir a la consulta de un psicólogo o un psiquiatra, que analizará cada situación particular y elegirá el tratamiento más adecuado. 


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