Fidelidad. Una certeza oculta bajo el prisma de una continuidad compartida en el espacio relativo de sus silencios.
Implicación. Miedos trazados en el dolor que se hace mutuo por el transcurro de la eternidad de la pareja.
Atención. Ver con la conciencia del que se sabe observado por la complicidad que genera haber caído en idénticas sensaciones percibidas por el tacto.
Empatía. Sucesión de recuerdos propios que se trasladan al plano de lo ajeno, y convierten esa apreciación en una preocupación asimilada y sentida.
Compromiso. Lazos invisibles, cuyo roce al contacto con el viento no muestra más que su solidez perpetua por muchas cuchillas que planeen sobre ellos.
Sacrificio. Arriesgar la estabilidad y sosiego logrados con tesón, por un acontecimiento de dudosa duración y débil aspecto.
Amor. Nada que pueda expresarse nunca con los vocablos correctos e idóneos.
Aprendizaje. La ignorancia del que se niega a saber más nubla el conocimiento del que espera un cambio, a su lado.
Crecimiento emocional. Sentimientos que se arropan con el manto de la ilusión, largamente acariciada y que desea sostenerse con prolongación.
Retroalimentación. Recibir porciones de experiencias que alimentan el sistema de recompensa del organismo en una fase de relajación suprema.
Apoyo moral. Un muro transparente que impide la caída sensorial en los casos de extrema confusión mental e intenso desconcierto.
Comprensión. Aunque no sean compartidas, las impresiones deben entenderse a un nivel que escapa a cualquier atisbo de razón lógica.
Pasión. Éxtasis incontrolable al contacto de piel contra piel, caricias perdidas en el seno de un deseo desbocado.
Admiración. Fascinación al contemplar a la persona que ensombrece los sentidos con la fuerza de un huracán empujado por lo roces del peor de los desencadenantes.
Magia. Matices imperceptibles al ojo humano, que se esconden de lo evidente y transforman lo sencillo en ilusiones ópticas difíciles de digerir.
Superación. Alcanzar cimas imposibles de lograr con el esfuerzo básico de momentos de baja voluntad y dudosa constancia.
Detallismo. El valor de lo mínimo enriquece aquello que, en un principio, puede parecer muerto al sentirse fatalmente arrastrado por la rutina.
Aceptación. Los cambios eliminan la esencia más pura del ser que se nos muestra enfrente con todo su esplendor y la transparencia de su misma existencia.
Felicidad. Nada comparable a la dicha de encontrar un hueco único en el mundo en armonía con la personalidad y sensaciones de uno mismo.
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