lunes, 10 de enero de 2011

Poderosa actividad

Nada como llenarse de energía por medio de la actividad. Cualquier asunto de carácter físico o intelectual es capaz de activar a todo el ser humano, el cuerpo y la mente, en una perfecta combinación de armonía. El hecho de pasarse horas atrapado en el entretenimiento que proporciona la agilidad mental o el esfuerzo al practicar un deporte, implica un aislamiento emocionante del mundo real, de las preocupaciones.


Enmedio de esa vorágine de sensaciones agradables, parece que no existen los problemas, vivimos volando, no nos percatamos del dolor propio y, mucho menos, del ajeno. Flotamos en el aire, sonreímos, solo tienen cabida en nuestro corazón y en nuestro cerebro los pensamientos positivos, la felicidad efímera.

Tan breves son los momentos de paz interior y despreocupación, que es preciso disfrutarlos como si nuestra existencia terminara hoy. Como si fuésemos solo motas de polvo en el ambiente, a punto de descomponerse al recibir un impacto certero de un objeto desconocido. Porque al despertar de nuestros sueños, sufrimos algo semejante: una sacudida en nuestro cuerpo que nos devuelve a la realidad, que nos golpea.


Por eso, nada mejor para superar el dolor, la tragedia o el sufrimiento que olvidarse de ellos, que no dejar ni un solo hueco en nuestro cerebro para esos intrusos oportunistas, que amargan nuestra breve vida, que debió ser concebida únicamente para proporcionar felicidad. Solo así todo lo malo se convertirá en un acontecimiento pasajero, una estúpida anécdota en nuestra agenda, que no merecerá ni ser digna de mención.

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