lunes, 30 de julio de 2012

Vaginismo y Peyronie


Agrupo estas dos enfermedades dentro de un mismo reportaje al tratarse de dolencias que pueden dificultar seriamente las relaciones sexuales, aunque por motivos muy distintos. En la mayoría de estos casos, los afectados suelen ocultar su problema, ya sea por desinformación, miedo al rechazo o vergüenza. No obstante, es preciso ponerse en manos de un profesional médico que determine las causas e indique el tratamiento más adecuado. 

VAGINISMO
Es una afección sexual femenina que consiste en la contracción involuntaria de los músculos vaginales, lo que dificulta o impide el coito, la exploración del ginecólogo e incluso, el uso de tampones. Puede producirse por causas físicas o psicológicas, aunque lo más habitual es que tenga que ver con éstas últimas. 

Es común que se produzca como consecuencia de coitalgia o dispareunia, es decir, dolor durante las relaciones con penetración. El miedo a sentir ese dolor puede disminuir o impedir la excitación sexual, por lo que la mujer no lubricará correctamente y sufrirá un bloqueo psicológico que le llevará a la contracción inconsciente de los músculos de la entrada de la vagina. 


Una educación sexual demasiado estricta también puede generar temores que conduzcan a este problema, al igual que padecer ansiedad, inseguridad o haber vivido una experiencia negativa o traumática en este aspecto (como abusos o violaciones). Es fundamental acudir a un sexólogo que aconseje las pautas a seguir en cada caso específico. 

El vaginismo suele diagnosticarse tarde porque la mayoría de las mujeres tardan un tiempo en darse cuenta de que lo padecen. Por tanto, hasta que son conscientes de su dolencia, viven inmersas en un estado emocional negativo que afecta especialmente a sus relaciones sentimentales. Así, pueden sufrir depresiones graves fruto del miedo a que sus parejas las abandonen o de su frustración sexual por no poder satisfacer a sus compañeros. La combinación de todas estas sensaciones puede conducir a que la mujer afectada aborrezca el sexo o desarrolle fobia sexual

Normalmente, el compañero de una mujer con este problema suele necesitar tratamiento, ya que puede llegar a sentirse culpable de lo que le ocurre a su pareja. En el hombre, también puede darse depresión y ansiedad, por la imposibilidad de mantener relaciones, por sentirse rechazado o poco deseado. 

En cualquier caso, el tratamiento prematuro es fundamental. En primer lugar, se hace terapia psicológica con el objetivo de desbloquear todas aquellas ideas negativas que provocan la contracción vaginal. Es necesario alcanzar la raíz del problema e intentar eliminarla, en sesiones de mayor o menor duración en función de la gravedad del trastorno. 
Después, se realizarán ejercicios físicos para fortalecer los músculos de la zona (como los ejercicios de Kegel, que consisten en contraer y relajar la vagina, con varias repeticiones)  y se irán introduciendo dilatadores de un tamaño progresivo. 

El vaginismo se supera en un porcentaje muy alto: en un 90 ó 95% de los casos. 

SÍNDROME DE PEYRONIE
También se conoce como enfermedad del pene curvado o pene torcido. Puede producirse por causas genéticas, pero es más habitual que se dé por algún golpe durante el coito, una doblez accidental, un trauma o masturbaciones bruscas o muy fuertes. Algunos niños lo padecen, pero normalmente, suele aparecer en hombres de entre 40 y 70 años. 

El pene se curva cuando se forma una cicatriz queloide en su cuerpo cavernoso. Los queloides son lesiones que surgen por un crecimiento excesivo del tejido cicatricial en aquellas zonas donde se han producido heridas graves o cortes quirúrgicos. Estas lesiones en sí mismas son poco visibles y no duelen, pero al producirse la erección, tiran del pene hacia un lado, mientras el resto del miembro sigue su dirección normal, por lo que, en conjunto, se ve torcido o incluso doblado. 

El médico deberá hacer una exploración para detectar las placas duras, que pueden apreciarse con o sin erección. También, se puede realizar una ecografía para identificar el problema. Al igual que en el caso del vaginismo, este síndrome puede provocar ansiedad y depresión al dificultar o impedir por completo la práctica sexual con penetración, ya que provoca dolor. Es muy importante dejar de lado la vergüenza y acudir cuanto antes al especialista. 

El tratamiento consiste en realizar masajes en la zona, cinco días a la semana con dos días de descanso. Los resultados positivos se obtendrán a largo plazo, por lo que es necesario tener paciencia. Deben ser movimientos suaves, pero firmes, durante los cuales el afectado puede sentir molestias, dolor, hinchazón o enrojecimiento. Si molesta demasiado, es mejor dejar el masaje para más adelante. 

La curvatura puede corregirse con estos masajes, o incluso eliminarse del todo. En los casos más graves, puede realizarse una intervención quirúrgica. No obstante, después de la operación existe el riesgo de padecer impotencia o de reducirse el tamaño del pene entre 2 y 2,5 centímetros. 
En el 65% de los afectados se produce una regresión espontánea de la enfermedad o bien, se mantiene estable. 


viernes, 27 de julio de 2012

Hepatitis C

Es una enfermedad contagiosa, producida por la infección con el virus de la hepatitis C (VHC), y que afecta al hígado. Produce una inflamación de este órgano, lo que impide que funcione adecuadamente. Su contagio tiene lugar por medio de la sangre y, solo en un 2% de los casos, por contacto sexual (especialmente, si hay sangrado). También, puede transmitirse al compartir una jeringuilla infectada, por prácticas médicas con una mala esterilización, al realizarse un tatuaje o un piercing, por una diálisis renal realizada durante mucho tiempo o por haber nacido de una madre con la enfermedad (solo se da en 1 de cada 20 bebés de madres con VHC). 

Antes de julio de 1992, los médicos no podían detectar el virus en la sangre. Por ello, muchas personas, antes de ese año, pudieron recibir sangre infectada por medio de transfusiones o por el trasplante de algún órgano. Es conveniente que quienes se consideren en riesgo se realicen las pruebas pertinentes para descartar la enfermedad. 

SÍNTOMAS Y PRUEBAS
En la mayor parte de los casos, no existen síntomas, pero sí se percibe una sensación parecida a la que se aprecia cuando se tiene la gripe. Así, algunos indicios pueden ser cansancio, náuseas, picor en algunas partes del cuerpo, dolor en la zona hepática, hinchazón abdominal, diarrea, tos seca, fiebre o pérdida del apetito. En las situaciones más graves, puede darse un oscurecimiento de la orina, excrementos de color claro o un color amarillento en la piel y en los ojos, lo que se conoce como ictericia.

La manera más habitual de diagnosticar la enfermedad es por medio de análisis de sangre, ya sea en controles rutinarios, al donar sangre o antes de una operación quirúrgica. Si existen dudas, se realizarán pruebas adicionales para confirmar la presencia o no de anticuerpos del virus. No obstante, la existencia de estos anticuerpos no siempre determina que se padezca la enfermedad, sino que, a veces, solo puede indicar que el cuerpo ha estado en contacto con el virus, pero no ha llegado a desarrollar hepatitis C. 

En ocasiones, esta enfermedad puede ser causa de cirrosis o cáncer de hígado, por lo que se llevarían a cabo otras pruebas, como una biopsia hepática diagnóstica (se coge una muestra muy pequeña del hígado para estudiarla), ecografía hepática, TAC (Tomografía Axial Computarizada, un escáner que toma imágenes con rayos X) y otros análisis de laboratorio. 

DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD
En primer lugar, se da una fase inicial aguda, en la que un 20% de las infecciones se curan por sí solas, y que dura entre tres y seis meses, aunque puede prolongarse hasta un año en los casos más graves. A partir de los seis meses, puede producirse una curación espontánea. La ictericia se da rara vez y el cansancio propio de esta etapa pasa desapercibido. 

Si transcurrida la fase inicial no desaparecen los síntomas, comienza la llamada fase crónica, que puede durar entre veinte y treinta años, sin apenas indicios de la existencia del virus, salvo algunas alteraciones en los marcadores hepáticos. Posteriormente, puede tener lugar una fibrosis del hígado (formación de tejido conectivo fibroso) que se desarrolla a mayor velocidad y que, con el transcurso de los años, podría desencadenar en cirrosis y más tarde, en cáncer de hígado. Afortunadamente, solo un 5% de los enfermos de hepatitis C desarrolla cáncer

Muchos afectados  son pacientes crónicos durante más de treinta años sin sufrir apenas complicaciones. Un gran número de ellos no presenta síntomas clínicos y tienen mejor pronóstico que los demás, al igual que aquellos que se hayan contagiado a edad más temprana. 

TRATAMIENTO
La medicación más eficaz es una combinación de interferón (que interfiere en la replicación del virus), que se administra por vía subcutánea una vez a la semana, y ribavirina (un antiviral que trata la infección), que se toma por vía oral, aunque también se puede inhalar. 

Al cabo de unos meses, el interferón provoca una pérdida de la masa muscular y sensación gripal. Por su parte, los efectos secundarios de la ribavirina son más graves: puede producir anemia y afectar a la reproducción. Los hijos de un enfermo que haya sido medicado hace poco con este fármaco pueden nacer con deficiencias psíquicas o físicas, por lo que se recomienda que transcurran, al menos, seis meses para concebir. La Asociación Española de Enfermos de Hepatitis C aconseja que ese período de espera alcance un año para una mayor prevención. 

En el 50% de los tratamientos del genotipo 1, se consigue eliminar el virus en la sangre; es el más complicado de curar y requiere medicación durante un año. En cambio, los genotipos 2 y 3 se curan en un 80% de los casos, con un tratamiento de seis meses de duración. Es difícil saber si el virus se elimina para toda la vida, por lo que algunos médicos prefieren hablar de "respuesta virológica sostenida" en lugar de referirse a la curación. 

Además del interferón y la ribavirina, existen otros dos nuevos medicamentos que, combinados con éstos, garantizan una mayor eficacia. Son Telaprevir y Boceprevir, y se utilizan, sobre todo, cuando otros tratamientos previos no han funcionado correctamente. Es necesario agotar toda la medicación posible, antes de plantearse la posibilidad de un trasplante de hígado en las situaciones más graves. 


jueves, 26 de julio de 2012

Temores cotidianos

Escondo mis miedos e inseguridades del día a día con facilidad. Me crezco ante las situaciones de nerviosismo o compromiso y las convierto en un reto que debo superar. No es sencillo: ya me costó en su momento volver a montar en bici después de diez años sin hacerlo. Puedo constatar, por tanto, que se olvida, siempre que el aprendizaje estuviera basado en prácticas casi inexistentes. Aprendí rápido y mal y enseguida lo abandoné. Suerte que no me preparo para la vuelta ciclista. 

Desde pequeña, siempre me ha dado miedo saltar cualquier tipo de verja, valla, muro de piedra o pared insalvable. Me tocó hacerlo por primera vez en la adolescencia cuando mi instituto cerró sus puertas por error, mientras me encontraba fuera haciendo cualquiera sabe qué. Llevaba por zapatos unas enormes plataformas ridículas, de esas que popularizaron las Spice Girls, con lo cual, la ardua tarea de saltar las rejas del centro se me hizo aún más complicada, si cabe. Llegué al otro lado de forma más o menos digna, pero con la sensación de que aquello no era lo mío. 

La raíz de mi problema radica en la falta de coordinación. No tengo ni puñetera idea de qué hacer con los pies cuando se trata de realizar algún baile o repetir una serie de pasos. Mi relación con los llamados steps de los gimnasios (esos escalones que se utilizan para llevar a cabo coreografías imposibles) es de elevada frustración. A menudo, contemplo esas clases colectivas en las que las alumnas se desenvuelven de maravilla, suben, bajan, hacen giros hacia un lado y hacia otro, rodean el escalón y vuelven a empezar. Me fascina el hecho de que no tropiecen, ni se caigan, ni hagan intentos absurdos por mantener el equilibrio; sencillamente, parece que vuelan. 

Una vez me metí en una de esas clases sin valorar correctamente lo que estaba haciendo. Como era de esperar, no logré dar más de dos pasos seguidos sin tener que detenerme a pensar qué tenía que hacer a continuación. Si subía al step, tenía que calibrar bien mi siguiente paso para no marearme o acabar en el suelo. Un fracaso absoluto: la que es mala, lo es hasta el final, sin miramientos.  


Escapé de las risas ajenas con bastante soltura aquella vez que durante un recreo, se me ocurrió sentarme en un banco sin mirar si estaba sucio primero (qué sabias las madres, que nos aconsejan y no les hacemos ni caso). Al levantarme pasado un rato, descubrí un chicle pegado a mi pantalón, justo en medio de mi culo, que no se despegaba ni con agua caliente. Mi opción más sensata fue atarme la chaqueta a la cintura para cubrirlo y mantenerla así el resto del día, incluso dentro de clase. 

Otra de mis asignaturas pendientes son los juegos de mímica. Mis gestos son nefastos, no mantienen ningún orden, no están nada claros y conducen a pistas sin sentido alguno. Creo que esto se debe a mi nula capacidad interpretativa. Aún recuerdo el rostro de mi profesora de francés cuando me pidió en el colegio que pusiera cara de enfado en una de sus lecciones sobre gesticulación. No sé qué demonios expresé con mi cara, pero enfado seguro que no, a juzgar por su mirada de extrañeza e incomprensión. Desde luego, no podría ganarme la vida como actriz. 

Curioso, como mínimo, es mi miedo a hablar en público. Es un temor raro, puesto que dura solo una media hora antes de salir a escena y unos pocos minutos después de comenzar el discurso. Mientras las palabras fluyen y sujeto el folio con manos temblorosas (como si estuviera tocando una pandereta), me agarro emocionalmente a las miradas de mis oyentes, que se estarán fijando más en el grosor de mis piernas que en el contenido de mi conferencia. No obstante, su atención me tranquiliza y me permite llevar la charla a buen puerto. Es una de las actividades con las que más me motivo, ya que paso de la inseguridad más espantosa al orgullo más completo. 


Merece cierta mención mi respeto hacia el agua. Puedo llenarme la bañera sin problemas porque se trata de un espacio que controlo. No obstante, ir a la piscina o a la playa es otro cantar. De pequeña, me pasaba horas dentro sin querer salir, hasta que me convertía en un garbanzo. Desde hace dos años hasta ahora, la cosa ha cambiado. Los típicos juegos acuáticos me provocan desconfianza, no me gustan nada las aguadillas y buceo de pena. Soy de esas personas que tienen que taparse la nariz para sumergirse, un acto gracioso e incluso vergonzoso visto desde fuera. Las otitis que padecí una y otra vez me han convertido en enemiga de las tonterías varias que acontecen en el agua cuando se está acompañada. Por ello, suelo huir de la gente en esas situaciones. 

Algunos temores del pasado, como entablar conversaciones con personas que acabo de conocer, se han esfumado por completo. Es una respuesta lógica a la evolución de cualquier persona como individuo social. He pasado de ser una niña tímida que se mantenía apartada de lo desconocido, a una mujer impulsada por la curiosidad, a la que le atrae la novedad, lo que escapa a su conocimiento, y que hace lo posible por adentrarse en aquello que todavía no está a su alcance. 


lunes, 23 de julio de 2012

El amor

Cuando nos enamoramos, una sensación de inmensa felicidad y euforia se apodera de nuestros sentidos y nos volvemos bobos. Creemos haber encontrado a la persona ideal para caminar por el mundo, cogidos de la mano, mientras contemplamos el arco iris, brillan las estrellas en el cielo nocturno y hacemos de nuestra vida un gran pastel de confeti. Perdón, un momento, esta es la versión fantasiosa de la realidad amorosa de hoy. Me había centrado por un instante en el punto de vista más ñoño e insoportable. Disculpadme, lectores, no volverá a ocurrir. 

EL ENAMORAMIENTO
Debemos echarle la culpa de todo a las feromonas, unos compuestos químicos que influyen en la actitud erótica de hombres y mujeres. En el caso de los hombres, se trata de la llamada androstenona, que se encuentra en el sudor y en la orina, mientras que en las mujeres, la atracción está provocada por las copulinas, que se desprenden por medio de los genitales externos, sobre todo, durante la ovulación. 

Según varios estudios, la pasión inicial de cualquier pareja no suele durar más de tres o cuatro años. Las taquicardias del principio, las mariposas en el estómago y la respiración entrecortada dan paso a la calma. Esto ocurre porque se reduce la dosis de estimulantes en el organismo y aparecen las endorfinas (responsables de la sensación de bienestar y felicidad), que estabilizan a la pareja y la conducen a una vida en común que puede durar para siempre. 


Según el psiquiatra Hagop Akiska, "estar enamorado más de seis meses puede ser patológico". Basa su afirmación en un estudio, por el cual descubrió que los enamorados tienen unos niveles de serotonina (un neurotransmisor del sistema nervioso) muy semejantes a los que presentan quienes sufren un trastorno obsesivo-compulsivo. 

El psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat distingue entre la pasión erótica y el amor pasional. La primera se refiere a un erotismo sexual muy intenso, que si perdura a lo largo de los años, convertirá el vínculo amoroso en algo muy profundo y sólido. En cambio, el amor pasional es aquel en el que existe una fuerte dependencia e idealización del otro, que conduce a un miedo absoluto a perder a la persona amada. Es un sentimiento muy negativo. 

El amor solo llega después del enamoramiento. Enamorarse es desear la imagen que uno mismo se ha formado de la otra persona, lo que supone idealizarla. En esa etapa, se intenta agradar al otro y se evita decir toda la verdad por miedo a que se desilusione. Priman los deseos personales por encima de cualquier otra cosa y se olvidan los aspectos negativos del otro, lo que causa una "ceguera" transitoria. 
El auténtico amor viene más tarde, cuando uno es realista y asume las virtudes y los defectos de la otra persona. Aparece entonces un sentimiento más profundo y real, por el que los dos integrantes de la pareja se cuidan el uno al otro y se preocupan por su bienestar conjunto. 

LA FUERZA DEL AMOR
Algunas personas hablan de amor a primera vista. Según Clarín Agustín Ibáñez, director del laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias de INECO, "ciertamente, el flechazo existe para la ciencia". Sostiene que, ante la visión de una persona que nos resulta atractiva, se activan con rapidez sistemas de neurotransmisores, que nos dan una sensación de placer. Algunos de los factores que conducen al flechazo son la simetría facial, la inteligencia, el atractivo físico y la fijación de la mirada. En este proceso de amor a primera vista interviene el sistema de recompensa, que también se activa en las adicciones. 


En ocasiones, la frase "no se puede vivir sin amor" no podría ser más cierta. Según un estudio publicado en Journal of Psychosomatic Medicine, los hombres casados tienen menor probabilidad de padecer arterioesclerosis (endurecimiento de las arterias) que los solteros. Esto es así porque la vida de pareja favorece una existencia más tranquila y estable, lo que reduce los niveles de estrés. Además, se desprendió de otro estudio realizado a individuos mayores de 65 años, que el riesgo de muerte aumentaba un 21% en el caso de los hombres viudos, y un 17% en el caso de las mujeres. 

La clave de una relación duradera está en dar sin esperar nada a cambio, al menos, en teoría. Está demostrado que quienes ofrecen lo máximo de sí mismos, sin estar pendientes de obtener una respuesta, son más felices. El amor perfecto sería aquel en el que no se espera la plena reciprocidad, no existe resentimiento por el rechazo, y aquel que no se basa constantemente en un análisis de las cualidades de la pareja.
Amar significa ser dichoso con los éxitos del compañero, no competir con él, compartir sus satisfacciones, aprender junto a él. Así, surge un sentimiento sano en el que no existe el afán de dominar o controlar. Entra en juego la hormona oxitocina, que nos aporta alegría y confianza. 

CELOS E INFIDELIDAD
Creer que los celos son una muestra de amor es un error. Algunos provocan celos intencionadamente a su pareja con el fin de buscar su atención, pues carecen de ella en momentos determinados. Es una actitud desesperada e inmadura para demandar cariño. 
Cuando los celos aparecen de repente y se convierten en algo enfermizo, es conveniente acudir a un especialista, pues suele tratarse de un sentimiento sin fundamento alguno, que nace de la inseguridad del propio celoso. Son celos patológicos que pueden arruinar la relación. 


La infidelidad puede producirse por mil razones, en función de las circunstancias de cada pareja. Hemos sido educados en una sociedad monógama, por lo que mantener varios contactos sexuales al mismo tiempo no está bien visto. Sabemos que la fidelidad y el respeto son básicos para que funcione el amor. No obstante, algunas personas buscan nuevas distracciones, novedades que les aparten de la rutina o, simplemente, pura diversión. Es un comportamiento egoísta que les conduce a ser infieles. En algunos casos, siguen estando enamorados de su pareja, pero sienten la necesidad de estar con otras personas. 

Muchos expertos sostienen que es lo normal, ya que casi todos los animales son polígamos y es un hecho que se ve en la naturaleza. Sin embargo, es la peor condena para el amor. 


sábado, 21 de julio de 2012

Carta a una amiga

Lucía, te escribo esta carta al límite de mis fuerzas físicas y emocionales. Nunca pensé verme en una situación ni parecida a la que estoy viviendo. Cuando veía por televisión las noticias sobre víctimas de maltrato, confieso (hoy algo avergonzada) que me preguntaba para mis adentros cómo una mujer, en su sano juicio y con plena independencia, podía permitir que un "hombre" le pusiera la mano encima. Estaba convencida de que eso jamás podría pasarme a mí. Qué tonta. 

Llevo meses sin que nadie sepa mi auténtico paradero. He intentado esconderme de las mejores maneras posibles, pero sé que él me sigue la pista. No sé porqué no se rinde ya y me deja en paz, ya que él, con su palabrería y sus exquisitos modales en público, podría conseguir a otra idiota que le quisiera. El problema es que empiezo a sospechar que se ha obsesionado conmigo, y eso me revuelve el estómago y me angustia. 

Me mantengo en contacto solo con mi madre y ahora contigo, por cartas en las que reflejo remites falsos. Afortunadamente, hasta ahora he tenido suerte y he podido encontrar el modo de que me lleguen las respuestas; espero que la tuya no se haga esperar. En el interior de mi desesperación más profunda, aún me quedan resquicios de cierta tranquilidad, pues llevo ya un par de semanas sin saber de él. No obstante, no sé cuánto durará esta tregua. 

Me parece tan injusto que alguien pueda condicionar la vida de otra persona de esta manera, que haría lo imposible por haber retrocedido en el tiempo y no haberle conocido jamás. Se me ocurren mil formas de librarme de él, todas ilegales, pero debo tener cuidado si no quiero acabar en la cárcel. Te pido que, cuando recibas esta carta, no comentes este asunto con nadie; confío plenamente en tu discreción. Lo único que busco es desahogarme y que estés tranquila al saber que me encuentro en un lugar seguro. Espero que el tiempo me ponga las cosas en su sitio y me permita volver a ser feliz algún día. 

Sin nada más que decirte por el momento, me despido. No te preocupes por mi, estaré bien.  
                                                                                                       Un beso, 
                                                                                                                          Carmen. 


La hoja de papel, con la tinta todavía húmeda, descansaba sobre la mesa del comedor. La silla donde la protagonista había estado sentada escribiéndola, estaba volcada de lado en el suelo. Carmen yacía allí con el rostro sereno, mientras un hilo de sangre reciente resbalaba por una de sus mejillas y un charco de sangre había teñido la moqueta. Una herida profunda recorría su cuello de un lado a otro; su marido se la había hecho con un cuchillo de grandes dimensiones, en la cobardía de la oscuridad de la noche. 

Así, ya había pasado a formar parte de la lista de mujeres que no logran escapar de las garras de hombres inseguros que vuelcan su frustración y su complejo de inferioridad en sus compañeras de viaje. Una víctima más de la tragedia que supone usar la fuerza física en una relación que siempre debería basarse en el amor y el respeto. Lucía nunca tendría noticias de su amiga. 


viernes, 20 de julio de 2012

Humor maravilloso

En la época de crisis, recortes, dificultades económicas de diverso tipo y problemas varios en la que vivimos es fundamental que haya mucho humor. Salvo en casos extremos de pura necesidad y dolor, una pizca de chispa y optimismo nunca viene mal de vez en cuando. El entretenimiento es básico para cubrir el deseo de pasarlo bien. 

No recuerdo haber visto una serie televisiva de tan alta calidad hasta que apareció en pantalla La que se avecina. Bien es cierto que su predecesora, con similar argumento y ambientación, titulada Aquí no hay quien viva, también aportaba situaciones cómicas que nos permitían olvidarnos, por unos instantes, de la rutina. Pero esta nueva adaptación, moderna, canalla y desternillante me parece muy superior. 


Los actores y actrices que interpretan a los vecinos de Mirador de Montepinar hacen una labor muy interesante. Reconozco que siempre he sido muy fiel a esta emisión y que, por tanto, no puedo ser todo lo objetiva que me gustaría, pero considero que esta ficción es un medio de distracción impagable. Humor absurdo teñido con ideas del día a día, en las que podemos vernos reflejados con mayor o menor facilidad. Hechos que observamos en la calle y en los que no reparamos lo suficiente hasta que aparecen en esta serie, que nos muestra lo sano que es reírse de uno mismo. 

Comenzó a emitirse en Telecinco el 22 de abril de 2007, con un share de un 28,8%; todo un éxito. Está confirmado que, al menos, contará con dos temporadas más. Aunque algunos de los actores de la serie en la que empezó a basarse, Aquí no hay quien viva, aparecen también en ésta, los personajes no podían ser los mismos, ya que los derechos le pertenecen a Antena3. Son grandes profesionales, pues no es fácil hacer el ganso de semejante manera, y lo cierto es que hacen su papel muy bien. 

Sobran las palabras para ensalzar las cualidades de esta ficción como pocas, que nos permite reír a carcajadas incluso en los peores momentos. Esto solo se puede conseguir con el trabajo bien hecho. Su recompensa es un público agradecido. 




miércoles, 18 de julio de 2012

Caerse de sueño

La expresión que titula este reportaje no podría ser más acertada para definir la llamada narcolepsia, un trastorno del sueño que provoca somnolencia excesiva y varias siestas cortas (de unos quince minutos) durante todo el día. Se trata de una enfermedad crónica y peligrosa, aunque no es mortal. Según los últimos datos, solo la padece una persona por cada mil en Europa, Estados Unidos y Japón. 

Con el tratamiento adecuado, el enfermo puede tener una vida más o menos normal, ya que se reducen los ataques. No obstante, tendrá restricciones a la hora de conducir un vehículo o manejar maquinaria. 

SÍNTOMAS
Los primeros indicios de la futura aparición de este trastorno suelen aparecer entre los quince y los treinta años de edad. Los más habituales son los que se detallan a continuación:

       - En la fase que se sitúa entre el sueño y la vigila, se pueden tener alucinaciones, en las que están despiertos los sentidos de la vista y el oído, principalmente. 
        - Suelen darse períodos de somnolencia cada tres o cuatro horas a lo largo del día, seguidos de siestas breves. 
         - Parálisis del sueño: cuando el afectado no puede moverse al despertarse o cuando está a punto de dormirse. Esto puede durar un máximo de quince minutos. 
        - Cataplejía: pérdida repentina del tono muscular, que impide el movimiento, producida por emociones intensas como la rabia o la risa. Su duración es de treinta segundos, aunque en casos graves, puede prolongarse varios minutos. Se doblan las rodillas, la cabeza cae hacia delante y la mandíbula pierde su fuerza. 

CAUSAS
La causa general de la narcolepsia es desconocida, pero hay matices que hacen a unas personas más propensas que otras a padecerla, como el hecho de que es hereditaria. 


En algunos casos, esta dolencia está vinculada a la reducción de una proteína situada en el cerebro, llamada hipocretina, que se encarga de regular el sueño, la alimentación y las funciones locomotoras. No obstante, se desconoce el motivo por el que disminuye la cantidad de esta proteína. 

Se cree que la narcolepsia podría ser una enfermedad autoinmunitaria, es decir, aquella cuyo sistema inmunitario ataca a los tejidos sanos por error. 

PROBLEMAS QUE GENERA Y TRATAMIENTO
Quien padece este trastorno suele tener dificultades a la hora de llevar a cabo correctamente su trabajo y problemas en las actividades sociales (ya que podría sufrir accidentes o caídas al producirse los ataques de sueño). Por ello, su vida social puede verse seriamente afectada, puesto que las personas de su entorno deben tener conocimiento de su dolencia y actuar con rapidez en caso de crisis. Es incómodo vivir pendiente de dormirse en cualquier parte. 
Asimismo, los medicamentos que componen el tratamiento pueden generar algún efecto secundario, como adicción. 

Además del tratamiento con pastillas, es conveniente que el afectado siga una serie de recomendaciones que le facilitarán su día a día. Así, es positivo que se hagan comidas ligeras o vegetarianas durante el día y se eviten los alimentos pesados o copiosos antes de llevar a cabo cualquier actividad. Realizar siestas cortas a lo largo del día (sobre todo, después de comer) también puede ser beneficioso para reducir los ataques inesperados. 

Si el afectado es un adulto, es necesario que informe a sus jefes de su enfermedad para no tener demasiadas complicaciones en su puesto de trabajo, ya que podrían tacharle injustamente de "vago". En el caso de que el enfermo sea un niño, sus profesores deben tener absoluto conocimiento del trastorno con el fin de evitar que se haga daño al sufrir caídas, reciba castigos innecesarios o que sus compañeros puedan llegar a reírse de él. 


lunes, 16 de julio de 2012

Wombat


Hace un par de meses escuché por primera vez el nombre de este animal: wombat. No tenía ni idea de qué era, nunca lo había visto en foto, ni tenía conocimiento de ninguno de sus rasgos físicos. Cuando le vi en una imagen, me enamoré de su aspecto entrañable y sus formas redondeadas. Un animal precioso.

ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS
Es un marsupial cuadrúpedo que mide más o menos un metro de largo y unos veinte centímetros de alto. Su cuerpo es rechoncho, peludo y puede ser de color marrón, arena, negro o gris. Tiene las orejas pequeñas y la cola y las patas cortas. Pesa entre 20 y 35 kilogramos. Su origen está en Australia y se adapta con facilidad a cualquier entorno, por lo que vive en páramos, montañas y bosques del sudeste de ese país, incluido el estado de Tasmania. 


Existen dos colonias de wombat en la región australiana de Queensland. Por una parte, la del Parque Nacional del bosque Epping (que alberga unos 140 wombats) y por otra, el refugio natural de Richard Underwood, aún en proceso de repoblación. 

Su nombre procede de un idioma casi extinto originario de Sydney, la lengua Dharug, que hablaban los aborígenes de la zona. Al principio, los primeros colonos de la región los llamaban tejones por su parecido físico con éstos, pero pasó a llamarse wombat oficialmente a partir de 1798, aunque con ligeras variantes en su escritura y pronunciación por los distintos dialectos del Dharug. 

Estos animales cavan sus madrigueras (de hasta 30 metros de longitud) con la ayuda de sus dientes, similares a los de los roedores, y de sus pequeñas garras. Suelen alimentarse por la noche, aunque ocasionalmente, salen al exterior durante el día. Son herbívoros: suelen comer raíces, hierbas, cortezas, pastos y juncos. Las hembras dan a luz en la primavera a una única cría, que introducen dentro de una bolsa (semejante a la de los canguros) hasta que ésta cumple seis o siete meses. 

Su metabolismo es muy lento, ya que tardan en hacer la digestión entre ocho y catorce días. Se mueven muy despacio, aunque si se sienten amenazados o en situaciones de peligro, pueden alcanzar los cuarenta kilómetros por hora durante un tiempo máximo de noventa segundos. Reaccionan de forma agresiva contra los intrusos y para hacer frente a los posibles ataques, suelen esconderse en los túneles excavados previamente. Su piel dura les protege frente a los depredadores. 

El wombat puede morder y herir con sus garras a una persona, si se la encuentra en su hábitat. Sus mordeduras son bastante profundas y, en casos extremos, pueden producir mutilaciones. Por eso, es recomendable no acercarse a ellos y mantenerse lejos de su entorno. Su aspecto agradable lleva a engaño, porque son muy agresivos si se sienten acorralados.  


El wombat de hocico peludo está en serio peligro de extinción; si no fuera por la protección del hombre, ya habría desaparecido. La degradación de su hábitat, el pastoreo incontrolado y la introducción de plantas que no incluyen los nutrientes que necesita, están causando su desnutrición. En el sur de Australia, se han detectado ejemplares más delgados, con menos pelo, heridas en la piel y dermatitis. Además, algunos agricultores culpan a estos animales de dañar sus cultivos. 

Como homenaje, desde 2005, el 22 de octubre de cada año se celebra el Día del Wombat. En algunos zoológicos, han sido domesticados y reciben visitantes a diario. Su difícil carácter hace imposible tenerlos como mascotas. Una lástima. 


domingo, 15 de julio de 2012

¡Qué falta de educación!


Parece mentira que hoy en día, con lo acostumbrados que estamos todos a vivir en sociedad, compartir inquietudes, miedos y frustraciones y tener que dialogar y llevar a cabo negociaciones con los demás, a algunos siempre se les olvide mostrarse educados con las personas que tienen a su alrededor. En ocasiones, es innato ser serio y desagradable: muchos individuos son realmente incapaces de regalar ni siquiera una tímida sonrisa. 

No soporto a los seres humanos que tratan a los desconocidos de malos modos, como si estuvieran hablando con animales. Es más, incluso creo que ese tipo de gente se comporta mejor con su mascota que con sus semejantes. Tengo la impresión de que son personas acomplejadas que envidian el éxito o la buena suerte de sus compañeros, amigos o conocidos, y la única manera de la que disponen para expresar su rabia es su antipatía general. 

No obstante, lo peor no es mostrarse desagradable, si no referirse al prójimo con desdén. Muchos parece que te perdonan la vida al considerar que estás situado en un escalón social inferior al suyo. Otros, sacan de quicio todo lo que uno hace o dice, y pierden los papeles al darse cuenta de que no pueden ganar la batalla dialéctica en unas condiciones que albergan buenos modales y educación. 

Me hace muchísima gracia la gente que, al defender su postura, se pone en evidencia por sí misma porque en su momento no aprendió a dirigirse a su interlocutor con respeto. El camino de los gritos, los insultos, las frases críticas construidas sin fundamento alguno y las descalificaciones personales está lleno de baches difíciles de sortear. El que entra en ese juego, normalmente no sabe cómo salir. La respuesta correcta debería ser una disculpa que, si se recibe a tiempo, puede enmendar el error. 

Sin embargo, el ser humano se ha convertido en alguien egoísta, al que no le importa lo que piensen o digan los demás, que vive en su mundo particular en el que tiene permitidas todas las licencias sin que nadie le ponga límites. Afortunadamente, aún existe un grupo de ciudadanos (digamos que un tercio de la población) cuyas palabras son exquisitas, amables, consideradas y que da pie a entablar sanas conversaciones. Soy de la opinión de que no cuesta nada mostrarse alegre, agradecido y educado si lo que buscamos es exactamente lo mismo. 

Hacer felices a los demás con nuestra actitud es la mejor recompensa.


miércoles, 11 de julio de 2012

Miedo a la muerte

El reportaje de hoy no tiene como objetivo transmitir ánimos a quienes han vivido de cerca la desgracia de perder a un ser querido (entre los que me incluyo). Va a un ser un texto realista, con datos que permitan conocer todo el proceso, desde el punto de vista del enfermo y de sus familiares y amigos; ambas perspectivas, muy distintas en sensaciones y en duración. 

EL FINAL
Es muy importante para la salud mental de cualquier persona asumir el hecho de que nuestro paso por este mundo es temporal, lo que parece una idea muy evidente. No obstante, muchos demuestran con sus actos que no son conscientes de que el día menos pensado todo puede acabar. Me estoy refiriendo a quienes no valoran lo que tienen, los que exponen sus vidas de manera gratuita y sin sentido alguno, los insensatos que sufren enfermedades perfectamente evitables por culpa de conductas dañinas (tomar drogas, beber alcohol) y los que sitúan su existencia al borde del precipicio en todo momento (conducción temeraria). 

Solo cuando alguien cercano se muere por algún hecho irresponsable del que únicamente era dueño él mismo, los demás individuos de su entorno se plantean el peligro que conllevan sus actitudes. Nunca antes; esa es la triste realidad. Algunos son inteligentes y retroceden a tiempo de causarse un daño irreversible, pero forman un porcentaje reducido. Este tipo de muertes suelen ser las más dolorosas para los afectados y sus familiares, ya que a menudo, son prematuras, inesperadas (como puede ser la muerte por sobredosis de cocaína), agónicas y trágicas.

El mundo contaminado en la que vivimos actualmente genera un elevado número de enfermedades de todo tipo. Agentes patógenos, tóxicos de diversa procedencia, gases, humos y sustancias químicas son los elementos responsables de las dolencias de hoy. Poco a poco, estas partículas nocivas se introducen en nuestro cuerpo y durante varios años contaminan nuestro organismo. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, la cosa se queda ahí y no deriva en algo grave; pero para algunas personas, se convierte en cáncer, el mayor mal de este siglo. Esto también podría evitarse, pero para eso tendríamos que encerrarnos en una burbuja. 


Las muertes que se producen por causas naturales suelen ser las más fáciles de asimilar. En la mayor parte de las situaciones, se dan en personas de avanzada edad, desgastadas por el paso de los años y los achaques habituales. Resulta más sencillo asumir un final que se intuía ya próximo, que una desgracia repentina y prematura. Sin embargo, no todos reaccionamos igual ante el dolor de una pérdida humana: unos son incapaces de exteriorizarlo, otros se muestran impasibles sin poder creer lo ocurrido y algunos sufren crisis nerviosas. 

FASES DEL ENFERMO
Al tener un pleno conocimiento del desenlace que se acerca, cada individuo en estado crítico se toma la situación a su manera (siempre que esté consciente e informado de lo que va a ocurrir). A pesar de las particularidades en la conducta de unos y otros, existen varias etapas comunes, que la inmensa mayoría de la gente manifiesta ante la cercanía de su propia muerte, en mayor o menor grado. Se dan en las semanas o días previos al fallecimiento y son las siguientes: 

       1. Negación: el enfermo es incapaz de creerse que vaya a morir y vive alejado de la realidad, sin afrontar lo que está por venir. 
       2. Ira: se plantea el porqué de su desgracia e intenta buscar motivos que le consuelen, aunque nunca los encuentra y por ello, aumenta su odio. 
       3. Negociación: en momentos de desesperación, el individuo intenta evitar su final como sea, buscando remedios o tratamientos alternativos que le alejen de la muerte. 
       4. Depresión: su estado de ánimo empieza a decaer hasta que se hunde por completo al saber que ya no hay vuelta atrás. 
      5. Aceptación: es el momento de paz interior, de espera, en el que se asume lo que va a ocurrir. Suele generar tranquilidad y descanso en el enfermo, aunque también tristeza.
          
Estos estados varían considerablemente dependiendo de la persona y pueden durar más o menos, según las circunstancias concretas. Muchos familiares hablan de actitudes curiosas por parte de los fallecidos horas o días antes de morir, casualidades, intuiciones. Según los testimonios que han llegado a mis oídos, el ser humano sabe el momento aproximado en el que va a morir o, por lo menos, lo imagina y por ello, en ocasiones, es capaz de prepararse mentalmente. 

Cito el caso particular de mi abuela materna, fallecida por culpa de una larga enfermedad. Dos días antes de irse, pidió encarecidamente que acudiera a su habitación el sacerdote del hospital, pues necesitaba confesarse al estar convencida de que le llegaba su hora. No se equivocó. 
Curioso también fue el caso de mi abuela paterna, que murió tres horas después de llamar por teléfono para avisarnos de la futura celebración de su cumpleaños. Pareció como si hubiera querido despedirse, de forma inconsciente. 

ASUMIR LA PÉRDIDA
Siempre que alguien a quien queremos se marcha, el tiempo de duelo por su desaparición dependerá del tipo de relación que manteníamos con esa persona. No es lo mismo un abuelo con el que hemos convivido durante años o que nos ha criado, que un tío lejano que vive en el pueblo y al que vemos una vez cada seis meses. Es un sentimiento muy diferente. 


En cualquier caso, las etapas por las que pasa una persona que ha perdido a un ser querido suelen ser bastante similares a las que atraviesa el propio fallecido antes de su muerte. A veces, es necesario recurrir a la ayuda de psiquiatras, que mostrarán el camino para ir superando el trance y ver la luz al final del túnel. Según las estimaciones, el proceso para superarlo puede estar entre los seis meses y los dos años después de la pérdida, aunque en casos graves ese tiempo puede ser mayor. 

En ocasiones, el duelo se convierte en algo patológico y puede generar confusión, sentimiento de culpa, el deseo irracional de haber muerto en lugar del fallecido, la creencia de que ya nada tendrá sentido sin su presencia, alucinaciones (ver u oír al difunto) y deterioro de algunas funciones orgánicas. 

Para ser lo más realistas posibles ante la pérdida, lo mejor es darse un tiempo para reflexionar sobre lo acontecido y tratar de conocer todos los detalles que han rodeado a la muerte (esto ayudará a asimilarla cuanto antes). Ver el cadáver suele ser útil para tomar plena conciencia de lo sucedido y es importante exteriorizar lo que se siente para poder desahogarse.  

El recuerdo de la persona querida siempre permanece, en forma de sueños o de imágenes fugaces que se pasean por la mente. Por ello, es recomendable desprenderse de su ropa y sus cosas pasado un tiempo prudencial, con el fin de hacer una vida normal la más pronto posible. No obstante, no conviene hacer cambios de vida demasiado radicales, al menos, no de inmediato. 


viernes, 6 de julio de 2012

Hacer una maleta y otras trastadas

Lo peor de irse de viaje es, sin duda, hacer la correspondiente maleta. Da igual que sea para tres días que para dieciocho; la cantidad de objetos necesarios alcanza cifras insospechadas en cualquiera de los casos. Es sorprendente todo lo que podemos guardar en casa, dentro de cajones, estanterías, repisas, rincones abandonados dentro de las habitaciones y, por supuesto, trasteros. Si todo eso lo trasladamos a una maleta, el resultado es inquietante. 

Cuando uno hace una escapada, su equipaje puede pecar de excesivo o de escaso, pero jamás tendrá el contenido ideal. Me ha ocurrido que, por no querer cargar el bolso demasiado, me he llevado camisetas de menos o, lo que es peor, me he olvidado el cepillo de dientes o la colonia. Vale, con el desodorante debería bastarme en casos extremos, pero si no huelo a flores del bosque no me quedo tranquila. Eso, por no mencionar la tragedia que se vislumbraría en caso de olvidarme los bikinis (¿en qué estaría pensando?). 

Por el contrario, cuando me he dejado guiar por la frase "más vale que sobre a que falte", desde luego que me ha sobrado ropa a raudales. Numerosas camisetas y pantalones que ni siquiera he mirado en toda la semana de relax y que pensé que utilizaría (¡no existe tiempo material!). Por no hablar de los artilugios ridículos que no he usado en todo el año y que pretendo ponerme en cuatro días, como pulseras tobilleras, brazaletes, sombras de ojos imposibles (¿realmente existe la de color naranja?) y pintalabios (la última vez que me coloreé los labios fue hace más de dos años). 


Es curioso que siempre tendemos a olvidar en casa lo verdaderamente útil. No conozco a ninguna mujer que se haya olvidado de su rizador de pestañas, pero sí muchas que se han dejado el champú o la pasta de dientes. Se han dado casos de hombres que, llevados por su despiste más profundo, se han marchado sin su ropa interior, pero eso sí, con su periódico bajo el brazo. Todo el mundo sabe que es mucho más importante estar informado en todo momento, tumbado en la hamaca de la piscina, antes que poder cambiarse de calzoncillos. No obstante, esto tiene remedio: siempre se puede recurrir a las bermudas playeras; en situaciones límite, hacen su función. 

A pesar de todo esto, lo peor de hacer una maleta no es, precisamente, la maleta en sí misma. Si todavía nos pudiéramos conformar con llevar un solo bulto a nuestro destino, ya tendríamos el cielo ganado. Sin embargo, al bolso básico siempre tenemos que añadir bolsas, bandoleras, neceseres y otros bártulos de dudosa utilidad, sencillamente porque en la maleta principal no caben, o los hemos incorporado a última hora al equipaje completo. Debo decir a mi favor que, durante años, me las ingenié hábilmente para portar un solo bolso de viaje, de grandes dimensiones, pero único, sin complementos que ocuparan mayor espacio total. Hoy estreno maleta nueva y la cosa ha cambiado. 

Después de esto, solo me falta desear unas felices vacaciones a los que se marchan en los próximos días (o el mes que viene). Y recordaros que no importa que os dejéis la cabeza en casa; lo fundamental es que incluyáis en vuestros equipajes los cargadores del teléfono móvil y de la cámara fotográfica. Su olvido podría arruinaros el viaje. 


jueves, 5 de julio de 2012

El deporte corre por mis venas

Reconozco que soy de naturaleza perezosa y con una marcada tendencia al sedentarismo. Ha sido así desde que nací y hasta, aproximadamente, los veinte años. A partir de ahí, un resorte se activó en mi cabeza y, como en casi todas las cosas de la vida, mi mente me condujo por el buen camino. Es curioso como, a veces, subestimamos el poder del cerebro, sin ser conscientes de que es el que nos dirige, el que nos determina las pautas a seguir en todo momento. Para eso somos racionales. 

Es fundamental tener un chip mental adecuado a aquello que queremos conseguir. Si partimos de una motivación débil o nula, es muy difícil que nos pongamos en marcha. Ahora que he vuelto a engancharme al deporte, me siento mal si un día no puedo practicarlo. Es como una droga sana que nutre mis venas de una felicidad casi inmediata y que no puedo describir. Los problemas pasan a un segundo plano e incluso, llegan a desaparecer. Las preocupaciones no existen mientras intente superarme en velocidad, resistencia, esfuerzo y voluntad. Porque el deportista cada vez necesita más, pronto deja de conformarse con las metas establecidas o con los resultados obtenidos que quizá hace dos meses, le eran inalcanzables. 

Los perezosos como yo partimos de un momento extremo en el que, después de largos meses de inactividad absoluta, nos planteamos qué demonios estamos haciendo con nuestra vida. Esta sensación tan negativa se acentúa si, además, hemos estado tres años previos siendo los deportistas por excelencia de nuestro grupo de amigos y conocidos, cuya admiración era palpable aunque normalmente, no se expresase con palabras. Personalmente, me sentía orgullosa de mí misma, de permanecer casi una hora corriendo por el parque a la vez que escuchaba mi música favorita, y también satisfecha de los cambios que se estaban gestando en mi cuerpo. Gemelos más fuertes y definidos, tripa casi plana (lograr unos abdominales perfectos, para una mujer es prácticamente un sueño imposible), brazos torneados, rodillas visibles (no es ninguna tontería) y, por encima de todo, un organismo sano y fuerte, a prueba de resfriados y virus inoportunos. 


Desde el punto de vista del individuo sedentario, es mucho más fácil y cómodo ser de constitución delgada, tener un metabolismo altamente acelerado por sistema, un organismo a prueba de bombas y una habilidad sorprendente para quemar las grasas, según caen en el estómago. Solo así, uno podría tirarse horas en el sofá viendo la tele, comiendo todo tipo de snacks que haya por la casa y haciendo lo que realmente le gusta: leer, escribir, el cine o navegar por Internet; habitualmente, casi nada que implique actividad física. Así escrito, se ve muy triste, pero es la realidad de gran parte de la sociedad actual. 
No obstante, la cosa está en que hay gente a la que una de las actividades que más le gusta es hacer ejercicio y, por supuesto, me incluyo en ese grupo. 

Aunque el inicio tenga su base en unas ideas tan perjudiciales, lo cierto es que quien empieza a practicar deporte, no suele abandonarlo. Si los motivos para continuar son auténticos, la actividad continua se convierte en una forma de vida estable, inalterable por el paso del tiempo ni por el entorno. El ejercicio debe provocar, en sí mismo, una satisfacción profunda, porque si lo único que se busca es perder peso en una época transitoria, en cuanto se consiga el objetivo marcado, se abandonará, con la falsa convicción de poder mantener los kilos logrados hasta ese momento sin mover ni un dedo. 

  
El deporte es puro placer, gozo intenso con cada paso que se da, excitación con cada nueva cima que se pisa, hormigueo en las piernas como signo inequívoco del esfuerzo bien realizado. Si nunca se ha practicado, requiere un tiempo adaptarse y seguir un ritmo aceptable, pero después, la recompensa es maravillosa. Para ser felices, regalar sonrisas por doquier y ver la vida con optimismo, la mejor medicina posible es la actividad física en todas sus variantes (por supuesto, el sexo no queda excluido). El sudor limpia nuestro cuerpo y purifica nuestra mente. Descubrir el deporte significa amarlo. 


miércoles, 4 de julio de 2012

Las casualidades existen

Los seres humanos somos demasiado sugestionables. Tendemos a atribuir a una leyenda macabra o a una antigua maldición aquellos acontecimientos puramente casuales, que presentan características muy semejantes, en circunstancias similares, y que están colocados por azar en lugares sospechosamente próximos. Es cierto que algunas casualidades dan miedo, por haber tenido lugar en escenarios nada favorables o haber sido protagonizadas por personas envueltas en una tragedia idéntica. No obstante, este mundo está habitado por más de 7.000 millones de personas y las coincidencias son del todo inevitables, por una cuestión de estadística. Es la visión realista y lógica del tema. 

A pesar de ello, me propongo analizar con brevedad algunas de las leyendas urbanas, maldiciones, antiguos miedos y creencias de la historia reciente. Mi objetivo es enriquecer mi curiosidad con informaciones que, reales o no, han despertado los pensamientos más irracionales. Algunos datos son absurdos a simple vista, pero han generado miedos de todo tipo, alimentados con el paso del tiempo por los más supersticiosos. Quizá, nadie está a salvo de caer en el embrujo de una creencia equivocada o mal interpretada. 

HELLO KITTY
El nombre de este personaje creado por la empresa japonesa Sanrio está formado por dos palabras que, unidas, construyen una frase inquietante. Como ya sabemos, hello en inglés, significa "hola", mientras que kitty en chino quiere decir "demonio". Se trata de una gata blanca que tiene un lazo en la oreja izquierda, aunque también puede llevar otro tipo de adorno. 


Según algunas creencias, fue creada en 1974 por la diseñadora Ikaka Shimizu, que atravesaba un momento vital desesperado y que abandonó la compañía un año después. Esta mujer tenía una hija de catorce años que padecía cáncer de boca en fase terminal, por lo que los médicos no le dieron esperanzas. Shimizu acudió a iglesias buscando un milagro, hasta que decidió iniciarse en el ocultismo y el satanismo. Así, hizo un pacto con el diablo para que él curase a su hija, a cambio de crear una marca que fuese popular en todo el mundo. Ambos cumplieron el trato y se dice que así fue como nació Hello Kitty, que no tiene boca debido al cáncer que padecía la hija de la diseñadora. 


El personaje obtuvo los derecho de autor en 1976. Su éxito entre las niñas de todo el planeta es tan importante, que la nombraron embajadora de UNICEF y del turismo en Japón. 


LOS NIÑOS LLORONES
La siguiente historia da que pensar. El cuadro titulado El niño llorón fue pintado por Bruno Amadio, veneciano que nació en 1911 y murió hace ya más de treinta años. Cuenta la leyenda que el pintor hizo un pacto con el diablo para que sus creaciones tuvieran éxito, ya que, hasta el momento, carecían de popularidad. Así, esta pintura, en la que aparece un niño de un orfanato llorando, le permitió darse a conocer. Años después de que Amadio pintase el cuadro, el orfanato se incendió con ese niño en su interior, y se dice que el espíritu del pequeño se quedó dentro del cuadro para siempre. 


El niño llorón, de Amadio
Quienes han visto la pintura, sostienen que el niño te sigue con la mirada, lo que provoca escalofríos. Dicen que es una obra maldita y los que la poseen sufren desgracias. Casualidad o no, en los años cincuenta, muchas casas se incendiaron, sus habitantes murieron y quedó todo destrozado, excepto el cuadro, que se descubrió intacto. Parece ser que por las noches se escuchan lamentos, el niño sale de la pintura y mata a los que viven en la casa; después, provoca un incendio para no dejar pruebas. 


Algunos de los que poseen esta creación de Amadio afirman que la obra solo ataca a quienes descubren el secreto que esconde. 


FAMILIA KENNEDY
El escritor Edgar Klein mantiene que todo comenzó cuando el diplomático Joseph Kennedy se quejó por el ruido que hacía el rabino Israel Jacobson y sus alumnos judíos durante unas plegarias, cuando regresaba a Estados Unidos en 1937. Por esta razón, dicen que el rabino lanzó una maldición contra los Kennedy y sus hijos varones. 


En 1941, a una de las hijas de Joseph Kennedy se le practicó una lobotomía (por orden directa de su padre) para tratar de curar su retraso mental. Esa técnica empeoró gravemente su estado y fue ingresada en un psiquiátrico hasta que falleció en 2005. Este hecho marcó el inicio de la supuesta maldición. A partir de ese momento, las muertes y las desgracias se fueron sucediendo. 


Familia Kennedy
En 1944, otro de los hijos del patriarca, Joseph P., murió durante la Segunda Guerra Mundial en el Canal de la Mancha. En 1955, la esposa del presidente Kennedy, Jacqueline, tuvo un aborto y en 1956, dio a luz a una niña muerta. En el verano de 1963, el segundo hijo de la pareja nació prematuro y falleció días más tarde. El 22 de noviembre de ese mismo año, el presidente John Fitzgerald Kennedy fue asesinado en Dallas (Texas, Estados Unidos). En 1968, uno de los hermanos del presidente, el senador Robert F. Kennedy, fue asesinado también, después de haber ganado las elecciones primarias demócratas en California. En 1973, a uno de los hijos de Robert, llamado Edgar, le amputaron una pierna debido a un cáncer de huesos. En 1977, Michael (hermano de Edgar) falleció por accidente mientras esquiaba en Aspen (Colorado). En 1999, John Kennedy hijo, su mujer y su hermana murieron cuando su avión se estrelló en medio del Atlántico un día de niebla. 


La última desgracia de esta familia tuvo lugar hace un par de meses, cuando se descubrió el cuerpo sin vida de Mary Richardson, ex mujer de Robert, hijo del senador asesinado. Se cree que pudo ser un suicidio. 


LAS CONEJITAS PLAYBOY
Primera portada de Playboy
Numerosas han sido las chicas de portada de la famosa revista, creada por el magnate Hugh Hefner, de 86 años. La aparición en la publicación (fundada en Chicago en 1953 con una foto de Marilyn Monroe) es todo un honor para aquellas modelos o estudiantes que desean abrirse un camino prometedor en el mundo artístico. No obstante, nada menos que 25 de ellas murieron después de posar para la popular revista. Por supuesto, ya hay quien habla de una maldición. 


Cuatro de esas jóvenes murieron de sobredosis, como fue el caso de Anna Nicole Smith, que fue encontrada muerta en 2007 en un hotel, por sobredosis de metadona. Otras tres fueron asesinadas, como la playmate de 1980, Dorothy Stratten, que recibió un tiro de su esposo ese mismo año. Cuatro chicas más murieron en accidentes de coche; Jayne Mansfield chocó contra un tráiler y murió decapitada en 1967. Doce fallecieron por alguna enfermedad (sobre todo, cáncer) y una de ellas en un accidente de avión. 


EL COCHE DE JAMES DEAN
James Dean murió en un accidente de tráfico en 1955, a la edad de 24 años. Conducía un Porsche 550 Spyder, al que bautizó con el nombre de "pequeño bastardo". Dicen que el vehículo estaba maldito, ya que quienes estuvieron cerca de él después de la tragedia, murieron misteriosamente. 


Al recoger el coche del lugar del accidente, el chófer que lo transportaba en un camión murió aplastado cuando el Porsche se le cayó encima. Al poco tiempo, un especialista de coches de Hollywood lo compró por 2.500 dólares, y al llevarlo a su taller, el coche cayó sobre uno de los mecánicos y le destrozó las piernas. El especialista separó las partes del vehículo para poder venderlas y con ello, pareció extender la tragedia. 




El comprador del motor del Porsche murió en 1956 después de usarlo en una carrera por primera vez. Además, el dueño de la transmisión del vehículo tuvo un accidente brutal del que, afortunadamente, logró sobrevivir. El coche, sin esas piezas, permanecía en el garaje del especialista y un día se prendió fuego, y el incendio destrozó todo a su alrededor, salvo el propio automóvil. En 1958 y después de una serie de desgracias más, la carrocería fue transportada en un camión para ser expuesta en una muestra de seguridad en Miami, pero desapareció sin explicación. Aún se desconoce qué fue del Porsche.