sábado, 30 de junio de 2012

Malos representantes de Dios

Me propongo escribir este texto desde el profundo respeto que me merecen las personas que tienen fe y creen en Dios, ya que pienso que es muy lícito que cada uno dedique sus plegarias y oraciones a quien considere oportuno. Este artículo va a ser una crítica a los representantes de Dios en la Tierra, es decir, la Iglesia, los curas, los obispos y, en general, todos aquellos que dicen trasladar a los ciudadanos las palabras del Señor. 

Parto de mi postura agnóstica, por lo que no creo en aquello que no puedo ver o demostrar. Cuando afirmo esto, mi entorno suele decirme que los sentimientos tampoco se pueden observar físicamente; el amor no se puede palpar ni ver, tan solo sentir, y sin embargo, sabemos que está ahí. Vale, estoy de acuerdo, pero también sostengo que las religiones defienden la existencia de un Dios con apariencia humana y unos rasgos físicos determinados que, sin embargo, jamás han visto con sus propios ojos. ¿Cómo saben entonces que Jesucristo tenía el pelo largo y barba? Sobra decir que tampoco creo en las apariciones ni los milagros, puesto que no los he vivido en primera persona. Si eso me sucede algún día (lo que me parece poco probable), a lo mejor me replanteo mis ideas. 

Mientras tanto, voy a descargar toda mi rabia de la mejor manera que sé: escribiendo. Es absolutamente vergonzoso que obispos, curas, sacerdotes, arzobispos y demás "personas" del clero manifiesten públicamente sus pensamientos más bajos. Ya estamos acostumbrados a escucharles decir que el uso del preservativo en las relaciones sexuales es inmoral porque evita la procreación dentro del matrimonio, que, según ellos, es casi el único fin de ese contrato entre los cónyuges. Nada de placer; el sexo porque sí para estos "señores" es un absurdo. De esta creencia, nacen las familias numerosas con diez o doce hijos, más propias de antaño, pero que aún se dan. 

Y ya no hablemos de prevenir las enfermedades de transmisión sexual. En eso, los representantes de Dios no piensan en absoluto. Casi ninguno se plantea el problema del sida y el que lo hace, como el arzobispo de Bruselas, André- Joseph Leonard, se pronuncia en el libro de reciente publicación titulado Monseñor Leonard: conversaciones, con semejante frase: "el sida es un acto de justicia". Deberían haberle expulsado ya de su cargo por decir algo tan grave. 

André- Joseph Leonard
No obstante, sus compañeros no se quedan, ni mucho menos, atrás. Bien es cierto que la mayoría de ellos condena la pederastia en general, y en el seno de la Iglesia en particular. Sin embargo, algunos pecan de ridículos con sus afirmaciones fuera de lugar y sin sentido alguno. No pretendo justificarlos (no tengo la más remota intención), pero lo único que les podría salvar es asumir su error y rectificar sus palabras, alegando un acceso de locura transitoria. Es el camino que debería seguir Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México), que sostiene que "ante tanta invasión de erotismo, no es fácil a veces mantenerse fiel, tanto en el celibato, como en el respeto a los niños". En el vídeo que muestra estas declaraciones, se aprecia que Arizmendi duda a la hora de mencionar a los más pequeños, pero finalmente, lo hace. Este detalle me demuestra que es posible que ni siquiera supiera, con plena conciencia, lo que se estaba atreviendo a decir. Quiero creer que más tarde, se arrepintió. 

Otro de su mismo gremio que sigue una línea similar es Pedro Elizondo, obispo de la Prelatura  (Iglesia particular católica, apostólica y romana) Cancún- Chetumal, que defiende que "hay que perdonar a curas pederastas; no sabían lo que hacían". Es como si decimos que hay que indultar a un asesino porque la situación se le fue de las manos. Desprendo de sus palabras que considera mayor pecado el aborto, por ejemplo, que el abuso sexual a menores; quizá, no ando desencaminada. 
Jorge Gómez
No obstante, la peor declaración que he leído en mi vida sobre este tema sale de la boca del sacerdote de la ciudad argentina de Mendoza, Jorge Gómez: "violar la fe es 10.000 veces peor que violar a una hija", afirmación por la que se estudió si sería sancionado por parte del Estado, aunque no dispongo de datos sobre si al final se le aplicó un castigo o no. 

Por otra parte, el asunto de la homosexualidad es uno de los más condenados por los miembros de la Iglesia y existen numerosas frases públicas que lo prueban. Si la sociedad ha conseguido avanzar en este campo a pasos de gigante, el clero cada vez se muestra menos partidario de aceptar esta condición sexual como una opción más; se han estancado en los tiempos en los que los homosexuales recibían tratamientos para "curarse" o eran perseguidos hasta la muerte. Hace dos años, el actual Papa, Benedicto XVI, reconoció que había sacerdotes homosexuales, pero les pidió que no ejercieran "de manera activa", y además, añadió que estas personas no deben ser discriminadas, pero que "la homosexualidad es algo que está contra la naturaleza de aquello que Dios ha querido originariamente". Sin duda, y a pesar de la gravedad de sus afirmaciones, son las declaraciones más suaves mostradas en este artículo hasta ahora. 
Mucho más incendiaria (y nunca mejor dicho) es la frase del arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa: "los homosexuales juegan con fuego". Curioso que lo diga él, que ya se está quemando con sus palabras. 

Javier Martínez
Por último, no me puedo olvidar de uno de los temas favoritos de la Iglesia: el aborto. Los religiosos se empeñan en hacerse mala sangre criticando las conductas de mujeres más o menos superadas por su situación particular, que toman decisiones acertadas o no, pero de las que son dueñas completamente. Y en su caso personal no debería entrar nadie a opinar. Y, mucho menos, para decir sandeces como que "si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella", pronunciada por el arzobispo de Granada, Javier Martínez. Bastante cara tiene este señor para aparecer y decir una burrada así. 

Encima, muchos se sorprenderán de que a un gran porcentaje de la población mundial, especialmente a los jóvenes, no les inspire ninguna confianza ni la Iglesia ni quienes la integran. Son personas que machacan con sus comentarios a todos aquellos que se salen de las normas establecidas por ellos mismos. Porque Dios, según la religión, "es bueno y misericordioso" y además, afirma lo siguiente: "ama al prójimo como a ti mismo". Por eso, creo que estos señores se han olvidado de las ideas que representan y nunca tendrán mi respeto. 


viernes, 29 de junio de 2012

Trato agradable

Si nos paramos a pensar en motivos objetivos por los cuales una persona o varias no congenian, en general, con el resto de su entorno, quizá no seamos capaces de sacar ninguna conclusión. A nuestra edad, tenemos la personalidad totalmente forjada y cimentada sobre unos pilares sólidos, basados en nuestra educación y nuestro contacto con el mundo. Según los estudios, es a los veinticinco años cuando nuestro cerebro alcanza su máximo desarrollo y por tanto, nos consideramos adultos. 

Esto no quiere decir que el individuo tenga la madurez que se espera de él a esa edad, ya que el ritmo de desarrollo intelectual de cada uno es muy diferente. El ambiente familiar es clave para que una persona sea estable emocionalmente, independiente, ambiciosa, simpática, risueña, seria, envidiosa, o bien, presente otras mil cualidades posibles. Las combinaciones, ciertamente, son infinitas. Y no es bueno ni malo; simplemente, algunos rasgos tienden a ser aceptados por la sociedad con mayor facilidad que otros. A veces, es solo cuestión de tiempo. 

Así, por ejemplo, las personas egoístas, aunque sea en pequeña medida, y las envidiosas suelen tener dificultades para ganarse un hueco permanente en su grupo de amigos. Desde fuera, resulta lógico que tales comportamientos sean rechazados por la amplia mayoría de la población, pero visto desde el fondo de la cuestión, no es tan sencillo. En realidad, somos puzzles formados por piezas más o menos favorables para nosotros mismos y para los demás, y si aprendemos a compensar los defectos con las virtudes, el balance puede ser muy positivo. No obstante, hay que tener la habilidad de hacerlo.


Para alcanzar éxito profesional y personal, es básico aprender a establecer buenas relaciones humanas. Aquellas personas que saben cómo tratar a los demás en cada situación son las que después, ascienden en su trabajo y ocupan puestos importantes. Es el caso de los directivos de cualquier empresa, los jefes de departamento o los coordinadores de tareas determinadas. Son individuos que facilitan que sus subordinados más cercanos se sientan a gusto con la actividad que están realizando, su trato con ellos es agradable (salvo excepciones que todos hemos vivido) y su conversación es cálida. Saben bien cómo dirigirse a todo el mundo y generan simpatía. 

Otro aspecto fundamental es el poder de la sonrisa. Es un arma que, sobre todo, han aprendido a usar quienes han nacido con un carácter risueño. Hoy en día, no vale sonreír de cualquier manera, por lo que aquellos que deseen forzar la situación, tienen las de perder. En los tiempos que corren, nos percatamos enseguida si alguien nos muestra su lado más amable de corazón o si es pura fachada. Una sonrisa sincera siempre nos abrirá puertas para un contacto productivo y satisfactorio con nuestro interlocutor. O, al menos, en la mayoría de los casos. 

Las personas más serias tienen que jugar sus cartas con la fuerza de las palabras adecuadas, con el fin de construir una charla rica en contenido y vacía de frases hechas o muletillas que solo prolongan su extensión, pero nunca nutren el diálogo. Del mismo modo, la discreción y el saber estar son tanto o más importantes que todo eso, ya que pocas actitudes son tan desagradables como la de alguien cuyas palabras están totalmente fuera de lugar. Es el instante de aplicar aquello de "uno vale más por lo que calla que por lo que dice" o "el sabio calla y el inteligente opina". La información es poder y hay que saber cómo, cuándo y dónde usarla, lo que determinará el éxito o el fracaso de nuestras relaciones. 

Para establecer una amistad o una simple cordialidad con los miembros de nuestro entorno, es conveniente tener en cuenta cuatro aspectos. En primer lugar, debemos ser amigos de nosotros mismos, aceptarnos tal y como somos, con nuestros rasgos positivos y negativos, e intentar pulir aquello que menos nos gusta. Después, es preciso valorar a las personas con sinceridad, interesarse por ellas y establecer relaciones reales. En tercer lugar, nuestra meta debe ser relacionarnos con los demás de manera sana, dándoles todo nuestro cariño y dedicándoles el tiempo necesario. Y por último, no debemos olvidar la frase "quien siembra vientos, recoge tempestades", pues resume muy bien la idea de que la vida nos devolverá aquello que hayamos dado. Por ello, es básico tener una buena actitud con los demás si queremos ser felices. 



"La única manera de poseer un amigo es serlo". Ralph W. Emerson, escritor y filósofo estadounidense (1803-1882).


jueves, 28 de junio de 2012

Gran avance médico

El éxito más importante de la investigación médica son las vacunas. Gracias a ellas, la calidad de vida de los seres humanos ha mejorado considerablemente, pues gozan de mejor salud y disponen de una mayor protección contra la mayoría de las enfermedades de hoy en día. 

DEFINICIÓN Y TIPOS
Una vacuna es un preparado de antígenos (sustancias que forman anticuerpos y que pueden generar una respuesta inmunitaria en el organismo) que protege de microorganismos patógenos. En ocasiones, provoca la llamada memoria inmunitaria, es decir, una inmunidad eventual frente a un virus concreto. 

Edward Jenner, médico rural, investigador y poeta inglés, descubrió la primera vacuna en 1796, que se utilizó contra la viruela, y que se basó en la viruela de vaca, ya que quienes la contraían al entrar en contacto con este animal, eran inmunes a la viruela común que se daba en humanos. Debido al desconocimiento de la época, los detractores del descubrimiento de Jenner llegaron a afirmar que quienes usaran esa vacuna se convertirían progresivamente en una vaca. Una creencia ridícula. 
El reconocimiento de este método se produjo en 1803, cuando se creó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, que fomentó la vacunación a nivel mundial. En Francia, en 1805, Napoleón ordenó vacunar a toda su tropa. 


Existen dos clasificaciones fundamentales de vacunas. Por lado, en función de la manera en que se consiguen, pueden ser de cuatro tipos: avirulentas, que son aquellas que se preparan a partir de variantes inofensivas del microorganismo patógeno; posificadas, que se logran a partir de organismos sin actividad o muertos; antígenos purificados; y vacunas genéticas
Y por otro lado, y también en relación con la distinción anterior, existen dos grandes grupos en función de la actividad de los antígenos que las componen: vacunas vivas atenuadas (los microorganismos pierden sus cualidades dañinas debido a unas condiciones concretas de cultivo; crean una respuesta inmunológica más duradera y se aplican, sobre todo, a adultos) y vacunas muertas o inactivadas (las componen microorganismos nocivos a los que se ha aplicado calor o productos químicos para eliminar el peligro; su efecto dura menos, por lo que requieren más dosis).   
Las vacunas pueden administrarse en inyección, en pastillas o de forma líquida. 


VACUNAS MÁS IMPORTANTES
Este gran avance ha permitido que la viruela desaparezca en todo el mundo, mientras que el sarampión y la poliomelitis se encuentran casi erradicados. Otras vacunas desarrolladas a lo largo de los tres últimos siglos han protegido a la población mundial frente a graves enfermedades. Es el caso de las vacunas contra la rabia, el tétanos, la difteria y la peste, descubiertas entre 1882 y 1897. También, fueron importantes las vacunas creadas para hacer frente a la tuberculosis en 1927, al tifus en 1937, a la gripe en 1945, a la neumonía y a la meningitis (1977 y 1978, respectivamente). 


Uno de los últimos descubrimientos en lo que llevamos de siglo ha sido la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), principal causante del cáncer de cérvix, aprobada en 2005. 
Aunque aún se encuentra en fase de experimentación, en 2008 se creó la vacuna para prevenir la adicción a la cocaína y a la heroína, y en 2009, surgió un primer proyecto de vacuna frente a la Hepatitis C y la primera contra la Gripe A (H1N1). 


VENTAJAS E INCONVENIENTES
Los beneficios de la vacunación son bastante evidentes: se protege al organismo frente a diversos ataques patógenos, lo que favorece la prevención de enfermedades futuras. 
No obstante, hay mucha gente que siente recelo a la hora de vacunarse, ya que este método está compuesto por anticuerpos de la propia enfermedad que se desea combatir, lo cual podría generar efectos secundarios u otras respuestas indeseadas. 


Para tranquilidad de los más asustadizos, una nueva investigación realizada por expertos sanitarios estadounidenses el pasado verano concluyó que los inconvenientes de las vacunas son mínimos. Los únicos efectos secundarios se dan en casos muy específicos, a corto plazo y suelen estar controlados. 



Sin embargo, conviene mencionar cuál es esa parte negativa. La vacuna MMR (que protege frente al sarampión, la rubéola y las paperas al mismo tiempo) puede provocar fiebre alta y convulsiones al ser administrada, e incluso inflamación cerebral en casos remotos. Asimismo, en algunas personas, la vacuna contra la viruela puede causar hepatitis, neumonía, meningitis, inflamación cerebral o herpes zóster. No es poca cosa, aunque se da en situaciones excepcionales. 


CÁNCER Y SIDA
Gracias a las vacunas, cada vez parece estar más cerca la posibilidad de prevenir el cáncer. Unos científicos de la Universidad de Tel Aviv (Israel) en colaboración con la empresa farmacéutica Vaxil BioTherapeutics, han creado una vacuna que, según sus investigaciones, es eficaz en el 90% de los casos de cáncer, incluidos los de próstata y mama. Su nombre es ImMucin y aún se encuentra en etapa de pruebas, aunque sostienen que los resultados que ha dado hasta ahora han sido sorprendentes. 

Esta vacuna detecta y destruye las células cancerígenas contenidas en la molécula MUC1, que está presente en 9 de cada 10 tipos de cáncer diagnosticados, lo que haría de este método un remedio universal. Empezaría a administrarse nada más detectarse la enfermedad y reduciría sus efectos, además de prevenir la aparición de posibles rebrotes. 
De momento, continúan las pruebas con voluntarios. 


Un avance similar está teniendo lugar para prevenir el virus del sida (VIH). Ya se han superado los primeras pruebas y exámenes de una posible vacuna, llamada MVA-B y desarrollada en España. Mariano Esteban, creador de la vacuna y director del Laboratorio de Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología, afirmó que el método generó una respuesta inmunológica en el 90% de los pacientes sanos que la probaron, y que un año más tarde, el 85% de ellos la mantenía. 


Hace diez años que se está investigando sobre la MVA-B, que comenzó a aplicarse en ratones y simios, con éxito. Los efectos secundarios observados únicamente han sido un ligero dolor de cabeza y dolor en la zona donde se aplica la inyección. 
Felipe García, investigador del hospital Clínic de Barcelona, se muestra cauto: "lo que se ha visto es que la vacuna es capaz de inducir defensas; de momento no podemos saber si es capaz de proteger a las personas de infectarse". 
Por lo tanto, habrá que esperar. 


lunes, 25 de junio de 2012

Dramática extinción

Solitario George
En este justo momento, acabo de leer una noticia que me ha dado auténtica pena. La única tortuga que seguía con vida perteneciente a la especie Chelonoidis abingdoni ha fallecido. Tenía más de 100 años y habitaba en el Parque Nacional de las Islas Galápagos. Era la única que quedaba de su especie en todo el mundo y ha muerto por un fallo cardíaco, sin haber dejado descendencia. 


Era conocida con el nombre de Solitario George y fue descubierta en 1972 en la isla más pequeña del archipiélago, la Isla Pinta. Antes de encontrarla, se creía que la especie se había extinguido, pero esta tortuga abrió una puerta a la esperanza. No obstante, a pesar de los numerosos intentos de los cuidadores para que se reprodujera (incluso convivió durante quince años con otras dos tortugas hembras, pero los huevos no fueron fértiles), nada dio resultado. Definitivamente, este bello animal ha dejado de existir. 

Pájaro Dodo
Sin embargo, y por desgracia, no es ni será, ni mucho menos, el único ser vivo que desaparezca de la faz de la Tierra. Así, se calcula que, en torno al año 1681, el pájaro Dodo se extinguió, apenas ochenta años después de la llegada del hombre a Isla Mauricio, donde el ave vivía en absoluta tranquilidad. Las causas principales de su desaparición fueron una rápida deforestación, varios depredadores que el hombre introdujo en su hábitat (perros, cerdos, monos, gatos y ratas, que se comieron sus huevos y a sus crías) y el propio ser humano, que los mataba con palos como simple entretenimiento. 

Tilacino
Los navegantes de Portugal y Holanda que llegaron a la isla descubrieron este ave. Medía casi un metro de altura, era parecido a un pavo y tenía unas alas demasiado pequeñas, por lo que no podía volar. Debido a la vida tranquila del lugar y la ausencia inicial de depredadores, no necesitaba emprender el vuelo. Los portugueses le llamaron "Dodo" (que en su lengua significaba "tonto" o "bobo") porque era muy confiado y se movía con torpeza. Hoy en día, apenas hay restos fósiles de este animal, cuya extinción se pudo haber evitado. 

Otro caso fue el del llamado lobo marsupial o Tilacino, popularmente conocido como Tigre de Tasmania, cuyo último ejemplar desapareció en 1936 por una negligencia. Por accidente, se quedó fuera de la zona cubierta del zoológico de Hobart, Tasmania, y murió de noche por congelación. Fue el marsupial carnívoro más grande de los tiempos modernos y fue cazado constantemente por el hombre, ya que se consideraba una amenaza para el ganado ovino y otros animales de granja. 
Sapo dorado

De gran belleza era el sapo dorado, extinto en 1989. Vivía en los bosques húmedos de Monteverde, en Costa Rica. Se reprodujo con normalidad por última vez en 1987, año en que debido al clima irregular de la zona, los estanques donde habitaban habitualmente se secaron. Podrían haber nacido 30.000 sapos, pero no tuvieron suficiente tiempo y solo sobrevivieron 29. Un año más tarde, tan solo quedaban ocho machos y dos hembras, y finalmente, en 1989, un único ejemplar macho. Desde entonces, no se ha vuelto ver ningún sapo de esta especie. 

Bilby menor
Quizá, muy poca gente haya oído hablar del bilby menor o cangurito narigudo coliblanco. De hecho, he sido la primera sorprendida al ver una ilustración de este animal, ya que desconocía por completo su existencia. Se descubrió en 1887 y era un marsupial semejante al conejo que vivía en los desiertos de Australia central. Era bastante salvaje, cazaba por la noche a pequeños roedores y criaba gemelos cada estación. En torno a 1950, se extinguió, pero aún sigue con vida otra especie de su mismo género, el llamado bilby mayor, más grande, aunque se encuentra en una situación delicada. 

Oso mexicano
El oso mexicano corrió la misma suerte que los demás animales aquí mencionados. Era una subespecie de oso pardo y también se le conocía como oso plateado, porque tenía un color marrón rojizo con machas de color plata por la cara, las patas y parte del cuerpo. Vivió en el norte de México, California, Arizona, Tejas y Nuevo México hasta su desaparición definitiva en 1964. En el siglo XIX, con el crecimiento de la población de Estados Unidos, el ser humano comenzó a ocupar el hábitat de este animal, que también empezó a alimentarse del ganado. Esto provocó que fuera cazado y envenenado. En 1960, solo quedaban 30 ejemplares en México y fueron asesinados por los ganaderos del país. 


sábado, 23 de junio de 2012

Piezas de un mismo puzzle


Título: Tengo ganas de ti
Director: Fernando González Molina
Reparto: Mario Casas, Clara Lago, María Valverde, Marina Salas, Diego Martín
Año: 2012
País: España
Género: romance, drama
Duración: 124 minutos
Tráiler: http://www.youtube.com/watch?v=X_jZHkOYSIg


Esta vez no me propongo construir una crítica cinematográfica en sentido estricto, sino más bien un análisis de las expectativas reales y frustradas que giran en torno a esta cinta. Que el espectador no se lleve a engaño: es más lo que parece que lo que es. Los que llevamos meses esperando este estreno sabemos bien de lo que hablamos (y quienes no la hayan visto todavía, ya lo sabrán). 

Después del éxito brutal de la primera entrega, Tres metros sobre el cielo, lo mejor que uno podía hacer es ser realista. Iba a ser muy complicado igualar o superar la intensidad de aquella historia, puramente fiel al libro (aunque no pudiera incluir todos los detalles de la novela por falta de tiempo, como es obvio), envuelta en una sensibilidad auténtica, de una íntima belleza visual que derritió incluso a los más fuertes en cuanto a sus emociones. Hache y Babi crearon un amor perfecto, propio de la adolescencia, el primero que se vive y ya nunca se olvida, y que se convirtió en un reflejo ideal del modo de actuar del público más joven. Una historia de cuento de hadas adaptada a nuestros tiempos, en los que los tipos canallas enamoran a diestro y siniestro. 

Por ello, si empleo una sola palabra para definir esta nueva película seguramente será realista. Cada amor es completamente diferente, es del todo imposible recrear de forma idéntica el primer enamoramiento experimentado en la vida. Esa novedad, esos momentos recién descubiertos, la fuerza de un sentimiento único, nunca antes reconocido; no puede volverse a repetir, sencillamente porque ya se vivió. Y esta cinta no es más que una muestra de la vida misma, aunque nuestras expectativas antes de verla, eran otras, por supuesto. Posiblemente, esperábamos una magia similar a la de la cinta anterior, pero si eso hubiera sido así, habría resultado absurdo filmar una segunda parte. 

En este caso, los personajes son mucho más maduros, más seguros de sí mismos, han crecido a partir de sus experiencias, han aprendido de los errores y por tanto, son más calmados. Y ya sabemos cómo funciona esto: en el cine, nos apasiona ver locura, insensatez, rebeldía y en definitiva, fuerza. Y esas cualidades solo las pueden generar unos protagonistas inexpertos, inmaduros, que aún no saben nada de la vida y que desean vivir al máximo. Y este no es el caso; la edad les ha regalado más tranquilidad, ha suavizado y dosificado su carácter. 

Por supuesto, es una historia entretenida que transmite recuerdos de un pasado lleno de inestabilidad y libertad. Si la primera fue más romántica, ésta es más pasional, regada con toques de humor combinados con pizcas de tragedia que encogen el corazón. Dos horas de Hache en estado puro, para los verdaderos admiradores del género y de las novelas de Moccia, entre los que me incluyo. 


viernes, 22 de junio de 2012

Inercia difusa

Los títulos son lo de menos. A menudo, son simples palabras unidas que no trasfieren un significado real, sino que se asocian para enmarcar un texto dentro de una idea muy general. 
Es tan complicado convertirnos en responsables auténticos de nuestras palabras, que reflejar una emoción con ellas, en un estado cercano a la perfección, es una tarea ardua y terrorífica. 
Sinceramente, no sé con exactitud qué relación podrían guardar entre sí las dos palabras que he marcado como inicio de este artículo, pero una al lado de la otra, suenan muy bien. Al menos, eso no me lo podéis negar. 

Uno de los problemas comunicativos de nuestro tiempo es que no sabemos administrar las palabras correctamente. Las usamos a lo loco, sin pensar, porque somos dueños y señores de lo que decimos y nos creemos con autoridad de decir siempre y en todo lugar lo que nos venga en gana. Esto no es del todo así: vivimos en una sociedad, regida por una reglas explícitas e implícitas que establecen un equilibrio legal y moral. No obstante, hay gente que tiene la habilidad especial de hablar con una ligereza envidiable, aún a riesgo de ponerse en evidencia a sí misma. 

Considero que, hoy en día, está muy de moda el hecho de defender verbalmente la transparencia y la sinceridad a la hora de entablar conversación con alguien. Se emplean palabras que, a mi juicio, sobran absolutamente, ya que esas cualidades no se demuestran con frases, sino con actitudes muy específicas. Se da la circunstancia, además, de que quienes más presumen de su honestidad, suelen albergar en su interior carencias mucho más profundas. Me refiero a limitaciones en cuanto a respeto, educación y empatía; tres aspectos básicos para que cualquier interacción social llegue a buen puerto. 

Me da la impresión de que algunas personas confunden ser claras y directas con perder los estribos. Es habitual escuchar diálogos ajenos por la calle, en los que una chica le dice a su amiga que llamó "inútil" a un amigo suyo, porque ella "es muy sincera y dice las cosas a la cara". Ojo, no hay que mezclar una cosa con la otra, puesto que cada uno puede tener su personalidad, siempre que no ensucie el honor del que tiene enfrente. Para que uno demuestre plenamente su valía como persona no es necesario pisar a nadie, por mucho que últimamente nos hayan transmitido el pensamiento generalizado de que tenemos que ser ambiciosos, cueste lo que cueste. Ahora, parece extendido eso de "el fin justifica los medios". Grave error. 


Las palabras, mal gestionadas, pueden ser como cuchillos descontrolados. El poder por la educación recibida está dentro de nosotros y no debemos desperdiciar la oportunidad que se nos ha brindado de escribir y expresarnos correctamente. Porque las frases bien construidas y las interacciones inteligentes son una herramienta muy importante para llegar lejos. Por medio de la palabra, descubrimos la riqueza de nuestra naturaleza racional, que nos permite establecer comunicaciones sanas y sensatas. El conflicto lo tienen quienes no saben expresar la información que manejan. 


miércoles, 20 de junio de 2012

¿Vivir de nuevo?

Películas emitidas en televisión, como Mi gran amigo Fluke, nos muestran una idea cómica de la reencarnación. Un reflejo simpático de lo que pasaría en el caso de que un día nos despertáramos en el cuerpo de un perro, por ejemplo. Lo cierto es que existen opiniones diametralmente opuestas al respecto: por un lado, están los que creen en la posibilidad de convertirse en otros seres al morir, y por otro, quienes no contemplan esa opción en absoluto. 

QUÉ ES
La reencarnación es la creencia que sostiene que cuando una persona fallece, su alma se separa de su cuerpo y, de esta forma, se introduce en otro cuerpo distinto para nacer de nuevo en la Tierra. Así, el ser humano viviría muchas veces, con distintas apariencias y en épocas muy dispares, siendo hombre, mujer o incluso algún animal o vegetal. 


La idea surgió por primera vez en la India, en el siglo VII a.C., a partir de una observación de los ciudadanos: todo en la naturaleza tenía un retorno; lo que moría, volvía a nacer, en un proceso circular. Era el caso de las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno), el Sol, la luna u otros fenómenos. En consecuencia, para ellos era lógico que el hombre atravesara un proceso similar. 

Muchas personas asocian esta idea con los llamados déjà vu, es decir, la sensación que en ocasiones tenemos de haber vivido algo por segunda vez. Por ejemplo, nos encontramos cenando con unos amigos, uno de ellos dice algo, todos se ríen y de repente, uno permanece pensativo, porque de algún modo, parece que recuerda haber vivido esa misma escena en el pasado, idéntica. En realidad, se trata de una situación nueva, no experimentada antes, pero debido a un error de nuestro cerebro, sentimos como si la estuviéramos recordando. 

No obstante, a pesar de la explicación científica, algunas personas vinculan el déjà vu directamente con la reencarnación, ya que piensan que un momento vivido por primera vez no puede ser recordado, a menos que hayamos sido testigos de él en otra vida. No conciben las anomalías en la memoria como un hecho probable. 

La reencarnación se explica por la necesidad del ser humano de limpiar su existencia de pecado, por lo que estaría relacionada con la religión. Su supone que el ser humano iría purificando su alma conforme ésta pasara de un cuerpo a otro, con el objetivo primordial de alcanzar la hipotética perfección. Una vez logrado dicho estado perfecto, ya no precisaría volver a reencarnarse y por tanto, se convertiría en un espíritu puro, eterno. 
En los casos más graves, en los que el fallecido ha cometido muchos pecados, se consideraría que se puede producir la denominada metempsicosis o reencarnación en animales o plantas. 

INVESTIGACIONES
Ian Stevenson
El psiquiatra Ian Stevenson estudió más de 2.500 casos de posible reencarnación, que utilizó para publicar doce libros sobre el tema. Se basó en los datos de niños que decían recordar aspectos del pasado, de otra vida, y los comparó con las características de las personas fallecidas con las que se habían identificado esos niños. Algunas cicatrices y marcas de nacimiento coincidieron, pero casi con toda seguridad, fue producto de la casualidad o de que esos datos fueron filtrados previamente. 

Los más escépticos sostienen que es imposible que una personalidad supere la muerte y viaje en el tiempo hasta otro cuerpo. Es un hecho que no puede ser demostrado empíricamente, aparte de que quienes afirman haberse reencarnado, suelen pertenecer a sociedades orientales, en las que la mayoría de religiones tienen muy aceptada y extendida la idea de la reencarnación. En la India, es un hecho irrefutable.

No obstante, existen algunos casos concretos que merece la pena mencionar. Cameron Macaulay, un niño de apenas seis años, empezó un día a hablar de su "antigua mamá" y de una casa blanca situada en una bahía en la Isla de Barra (Escocia), a más de doscientos kilómetros de donde él vivía en ese momento. Viajó con su actual familia y el psicólogo especialista en reencarnación de la Universidad de Virginia, Jim Tucker, con el fin de corroborar si las descripciones del niño coincidían con la realidad. Así fue: la casa blanca era exactamente igual a como Cameron la había definido, sin haber estado allí nunca antes. Él afirmó haber vivido allí en otra vida con su familia anterior. No ha podido probarse la veracidad o no de sus palabras. 

Cameron Macaulay

También destaca la situación defendida por Virginia Thige, nacida en 1922 en Winsconsin, quien afirmó ser la reencarnación de Bridey Murphy, otra mujer que nació en 1798 en un pueblo de Irlanda. Al someterse a hipnosis, Virginia se convertía en Bridey y comenzaba a relatar recuerdos de su vida anterior con un intenso acento irlandés. Las investigaciones permitieron descubrir la verdad. Lo cierto es que en Irlanda no había ninguna mujer que respondiese al nombre de la supuesta reencarnada y más tarde, se descubrió que Virginia tuvo una vecina llamada Bridey Murphy y que muchos de los datos que aportó en sus sesiones de hipnosis coincidían con los de la vida de esa mujer. Todo esto, unido a que Virginia tenía una tía irlandesa y que le pudo haber enseñado el acento y las costumbres del país, daba como producto la resolución del rompecabezas. Una confusión mental o un engaño, sin más. 


martes, 19 de junio de 2012

Un año más, un día especial

Hay personas a las que no les agrada cumplir años, otras lo celebran pero se niegan a desvelar su edad, algunos aprovechan para desaparecer unos días y no encontrarse en su casa en el momento del festejo, e incluso están los más indiferentes, que ni siquiera se acuerdan de la fecha de su propio aniversario. No me encuentro en ninguno de esos grupos. Hasta el momento (no sé lo que sentiré en un futuro), siempre me ha gustado el día de mi cumpleaños. 

Más que por la celebración o los regalos, disfruto de esta jornada por las múltiples muestras de cariño que recibo por parte de la gente: familia, amigos, conocidos, compañeros, casi hermanos, colegas. El hecho de que recuerden la fecha ya no tiene tanto mérito, pues todos sabemos que las redes sociales se encargan de avisarnos de este tipo de eventos en todo momento. 


No obstante, me llegan especialmente los deseos de las personas que siempre están ahí, para lo bueno y para lo malo, que saben sacarme una sonrisa en los instantes más difíciles, que con una simple palabra me trasladan sus sentimientos más sinceros. Que con sus intenciones o su manera de actuar reflejan lo bien que me conocen, después de años en los que hemos compartido momentos importantes, risas y secretos. Y tampoco me olvido de las personas que han llegado a mi vida a última hora, aquellas que he conocido en el último año o con los que he recuperado la relación después de años de ausencia mutua. 

Los seres humanos somos totalmente sociales y el hecho de que ame la soledad voluntaria y eventual no significa que no les necesite a todos. Al contrario: lo cierto es que me alimento de sus personalidades, de lo que me aportan en cada situación, de lo que percibo con cada uno de ellos, de las sensaciones que me alcanzan el corazón cuando me encuentro en su compañía, de los halagos que me dedican cuando saben que no estoy pasando mi mejor momento. Disfruto dándoles consejos, proporcionándoles mi ayuda, los medios a mi alcance para hacer su existencia más dichosa. Porque ver felices a los que me rodean me hace feliz a mí. 

Es por ello que me satisface muchísimo organizar reuniones, cuanto más multitudinarias mejor. Cuando estoy rodeada de gente querida, lo único que puedo hacer es sonreír porque me siento afortunada. Incluso los pequeños roces o enfados del pasado se diluyen, me olvido por completo de las trifulcas ridículas, y miro a quienes quiero como si nada malo hubiera ocurrido. Porque es evidente que las relaciones atraviesan muchas fases, y lo que las hace tan especiales es que engloban una gran capacidad para el perdón y en ellas, no hay espacio para los rencores. O, al menos, no debería haberlo si el contacto es auténtico. 

Hoy cumplo 26 años y me siento cada vez más madura en todos los aspectos vitales. No tengo canas, lo cual es un acontecimiento digno de ser celebrado (conozco chicas que empiezan a tenerlas a mi recién estrenada edad). Sigo teniendo mi piel firme (más que hace unos meses incluso), no tengo ni una sola arruga (aunque alguien intente hacerme de rabiar con el tema), mantengo mi optimismo de hace años (empañado por breves toques de negatividad que considero lógicos como consecuencia del paso del tiempo), hago lo que quiero y vivo a mi ritmo. Pero, sobre todo, soy fiel a mí misma y siento que he crecido como persona. 
Empiezo a cogerle el gusto a esta nueva edad. Gracias a todos/as por contribuir a que me sienta tan bien. Vosotros sí que sois grandes. 


"No hay una cura para el nacimiento y la muerte, excepto disfrutar lo que hay de por medio". George Santayana, filósofo,  ensayista, poeta y novelista hispano-estadounidense. 


lunes, 18 de junio de 2012

Hacienda somos todos

Qué gracia me hace esta hipócrita e insultante frase tan popular. Imagino que si Hacienda somos todos, podremos coger dinero de sus arcas siempre que lo necesitemos o cuando nos plazca. Exactamente igual que hacen ellos, ¿no? Mi indignación ha alcanzado sus cotas máximas y considero necesario escribir sobre el tema y expresarme al respecto. Por supuesto, se trata de mi visión particular como ciudadana profundamente antisistema, aunque aún no formo parte de ningún grupo que defienda esta ideología disconforme con el orden social y político fijado (pero todo se andará). 


La llamada Agencia Tributaria, adscrita al Ministerio de Economía y Hacienda, empezó a funcionar el 1 de enero de 1992. Es una entidad de derecho público, independiente de la Administración General del Estado y por tanto, con cierta autonomía en materia presupuestaria y de gestión de empleados. Su objetivo es aplicar el sistema tributario para garantizar que se cumpla el principio incluido en la Constitución, por el que todos deben contribuir al sostenimiento de los gastos públicos en función de sus recursos económicos. 

Esto último no siempre es así. Porque si no, no se entiende que una persona de clase media que tiene la suerte, en los tiempos que corren, de encontrar un trabajo como enfermera durante cinco meses escasos, se vea obligada a tener que pagar a Hacienda 600 euros. ¿Quiénes se creen que son para robar el dinero a los trabajadores de una manera tan vil? Y que conste que, en esta cuestión, debemos agradecérselo todo al señor Miguel Boyer, que fue ministro de Economía y Hacienda entre 1982 y 1985, y en cuyo mandato se estableció la declaración de la renta. 


Cada año, todos los contribuyentes tenemos que declarar nuestros ingresos y nuestros gastos, es decir, debemos equilibrar nuestra situación fiscal. En función del caso personal de cada uno, podemos no estar obligados a hacer la declaración de la renta, y solo en ese supuesto, tenemos la libertad de decidir que no nos conviene en absoluto hacerla cuando nos toca pagar, como es obvio. No obstante, si tenemos varios pagadores a lo largo del año o, en definitiva, hemos percibido más ingresos de los que Hacienda tiene registrados, nos tocará pagar. Y hay que hacerlo sin rechistar; como si nos introdujeran un palo de madera por el trasero y tuviéramos que estar calladitos. 

Espero que me disculpéis por la comparación, pero considero que me quedo bastante corta expresando lo que siento. La verdad que cada vez que leo en la prensa que alguna persona ha sido condenada por la justicia a pagar cierta cantidad de dinero por no haber declarado sus ingresos a Hacienda, una oleada de rabia me recorre de arriba a abajo. Me parece un tremendo abuso por parte del sistema que tengamos que darles nuestro dinero, aparte del que ya aportamos por medio de los impuestos cada vez que compramos cualquier cosa (como pueden ser el IVA, el IRPF, la contribución de la vivienda, el Impuesto de Circulación, etc.). Pienso que, con todo eso y más, ya estamos proporcionando suficiente dinero para el mantenimiento del Estado. Lo demás son excusas baratas, aportaciones que los listos de turno se sacan de la manga para que sigamos pagando por todo. Así, me provocan risa términos como Impuesto de Transmisiones Patrimoniales o Impuesto de Sucesiones, solo por citar dos ejemplos de "inventos" creados por los poderosos para reducir nuestros ahorros. 


Sin embargo, no me río tanto cuando descubro que el porcentaje destinado a Hacienda, en el caso de una compra-venta, no se calcula a partir de lo que cuesta una vivienda. No. Da igual que la crisis haya rebajado considerablemente el precio de los inmuebles; lo único que se tiene en cuenta ahora es su valor catastral. De este modo, si uno paga 60.000 euros actualmente por un piso, el porcentaje que debe regalar a Hacienda no se aplicará sobre ese precio, si no sobre su valor catastral, que pongamos que es de 95.000 euros. Absolutamente increíble. Esta práctica se ha agudizado por la crisis, ya que el Estado necesita recaudar dinero y, más que nunca, miran este aspecto con lupa. Cualquier cosa con tal de que lo barato nos termine saliendo caro. 

Si todavía habláramos de cantidades más o menos razonables, el afán recaudatorio podría tener su justificación, ya que es lógico que un Estado tenga que mantenerse de alguna manera. Somos muchos y para lograr un bienestar, tenemos que poner todos de nuestra parte. Pero esto ya es una sangría (y no me refiero a la bebida precisamente), en la que da la sensación de que están buscando razones para nos pongamos cada vez más nerviosos. Nos están situando al límite de nuestras posibilidades, con la soga al cuello, casi al borde de la agonía en los casos particulares más graves. 

Y lo único que hacemos es recibir por todos lados, en silencio, sin que nadie alce la voz. La masa ha muerto, solo somos un montón de gente derrotada que navega a la deriva en un océano de injusticias y violaciones económicas. Y mientras el poder decida que las cosas están bien, seguirán haciendo de nosotros lo que les venga en gana. Somos menos libres que nunca. 


sábado, 16 de junio de 2012

Clandestinidad

Natalia recorre la estancia despacio, al tiempo que se percata del molesto ruido que hacen sus tacones de ocho centímetros sobre la tarima. Para tratarse de un piso decorado por un hombre, el gusto de los muebles es exquisito, una combinación de colores y texturas digna del más prestigioso diseñador de interiores. Y el dueño de esa casa no está nada mal, ha mejorado con la edad, lo cual de antemano podía haber parecido imposible. 
Mientras observa todo con detenimiento, le llega su voz desde la cocina. 

    - Ponte cómoda. Tengo refrescos, Lambrusco, zumos y vodka, ¿qué te apetece? Imagino que agua no, ¿verdad?

Y a continuación, le envuelve su risa alegre, masculina, cargada de matices llenos de intención. Ella sonríe, se deja caer en el sofá de color malva y le pide desde su posición una copa de vodka con naranja. No tenía intención de beber más, pero no piensa que el tercer cubata de la noche le pueda hacer daño. En cualquier caso, Gabriel, que así se llama ese hombre, su antiguo compañero de instituto, ha bebido bastante más que ella y aún se mantiene de una pieza. 

Qué curioso ha sido ese encuentro para ambos. Una noche de fiesta, cada uno con sus respectivos amigos, una mirada mutua y cómplice en el bar de moda, y de repente, se percatan los dos de que se conocen de algo y comienzan a entablar conversación sobre recuerdos de la adolescencia. Lo cierto es que se dejaban los apuntes de Literatura e Historia cuando iban a clase, y esta noche están a punto de dejarse otras cosas. Gabriel regresa al salón con las dos copas y se sienta a su lado. Sus intensos ojos verdes se detienen en los de ella, que no le aparta la mirada mientras bebe de su vaso lentamente, saboreando el regusto amargo del alcohol. Las chispas incendiarias que ambos desprenden a través de sus pupilas rellenan el silencio que reina en ese preciso momento. De repente, se han quedado callados, lo cual resulta sorprendente porque no han parado de hablar en toda la noche, desde que se han visto, hace ya cinco horas. Son las seis de la mañana, pero aún no va a amanecer. Es pronto. 

      - ¿Quieres que te deje los apuntes de matemáticas? Creo que aún los guardo por alguna parte. 

Natalia suelta una sonora carcajada al escuchar esa deliciosa ocurrencia de su acompañante. Interesante frase la suya para romper esos minutos de tensión sexual que casi se puede palpar en el ambiente. Al instante, ella hace memoria y le viene a la cabeza lo primero que ha pensado al verle en el bar: "le arrancaría la camisa a bocados". Intenta controlarse y le sigue la conversación. 

      - No me digas que no has tirado ese montón de papeles inútiles. Sabes que los números nunca fueron nuestro fuerte. Siempre hemos sido más de letras. Los dos. 

Él le muestra una amplia sonrisa que deja entrever sus dientes blancos y bien alineados. Después, se incorpora ligeramente, se acerca a ella y le coloca el brazo sobre uno de sus hombros, mientras con la otra mano le aparta el pelo hacia atrás. Sin dejar de mirarla, se muestra sincero. 

    - Natalia, ambos sabemos lo que hemos sentido esta noche al vernos. No quiero dar más rodeos, no quiero ofrecerte otra copa. Y sobre todo, no quiero hablar más del pasado. Lo único que quiero es comerte entera. Varias veces. 

Ella se queda un poco sorprendida por sus palabras, pero al mismo tiempo, siente al instante un leve hormigueo entre sus piernas que no puede ignorar. Gabriel se aproxima aún más y mientras la agarra suavemente de la nuca, sus labios se encuentran con los de ella. Un beso al principio dulce, cálido, jugoso, que se convierte en cuestión de minutos en un roce intenso, salvaje, ansioso, colmado de pasión y ganas. Mientras intercambian besos ardientes, Natalia le va desabrochando la camisa y se la quita, al mismo tiempo que él comienza a besarle el cuello y con su lengua inicia un descenso hacia su escote. La delicadeza que ella ha intentado mostrar con su ropa contrasta con la furia incontrolable de Gabriel, que no tiene reparo alguno a la hora de romperle a ella la camiseta, con tirones secos, y abandonarla de mala gana sobre el suelo del salón. Esa agresividad repentina la vuelve loca e inmediatamente, empieza a chuparle y morderle las orejas; no obstante, él no quiere que haga nada.


La empuja violentamente contra el sofá, le quita el sujetador (ésta vez con más suavidad) y lame sus pezones lentamente, atrapándolos con su boca, alternando soplos de aire frío con suspiros de aire más húmedo y caliente. Admira sus pechos perfectos y le sonríe con picardía, mientras se enfrasca de nuevo en su tarea de darle placer. Ella intenta alcanzar sus vaqueros y comienza a desabrocharlos, empujándolos hacia bajo hasta que caen al suelo. Con un empujón, le aparta y le pide que se quede de pie al tiempo que ella permanece sentada. De inmediato, se apodera con la mano de su miembro erecto y juega con él con sus labios, su boca, su lengua. Gabriel la mira expectante, abandonado a lo que esa mujer quiera hacer con él, y ambos se dirigen miradas lascivas; él, además, se muerde el labio inferior en un gesto irresistible. 

Pasados unos minutos de estimulación oral, él le pide que se levante. Los dos se quedan entonces de pie, cara a cara, mirándose a los ojos totalmente excitados, pero él enseguida se agacha y le quita toda la ropa que le queda a ella. Permanecen así desnudos, con sus cuerpos a apenas dos centímetros de rozarse. Entonces, Natalia le abraza, le atrae contra sí y vuelven a besarse con fuerza, piel con piel, percibiendo su deseo; especialmente ella, que lo nota duro y caliente. Gabriel desciende su mano y comienza a acariciar su sexo, húmedo, hambriento, dispuesto. Los gemidos de ella no le dan lugar a dudas y le constatan que está disfrutando, que tiene tantas ganas como él de culminar esa terrible tortura. La de veces que ha soñado con tenerla así, desnuda delante de él, ansiosa porque la posea, rendida a sus atenciones; pero antaño, en el instituto, era una chica joven, perdida, que no había sabido verle como un posible novio o amante. Esta noche se va a enterar bien. 

Con cuidado, la tumba en el suelo y así, abandonada a sus caprichos, ella se deja hacer. Le introduce un par de dedos y mientras tanto, chupa su clítoris con esmero. Natalia se retuerce, es incapaz de quedarse quieta, no puede más que suspirar y mantener los ojos cerrados. Por eso, no puede ver lo que él está a punto de hacer. Casi le sorprende sentir de repente su miembro erecto dentro de ella, con una deliciosa suavidad, deslizándose entre su hueco mojado. No puede evitar soltar un grito casi inaudible al percibir toda su dureza dentro de ella. Gabriel se siente feliz, no puede dejar de sonreír mientras la llena con sus lentas sacudidas. Ella le agarra los brazos y le pide que se acerque para besarle en los labios y poder susurrarle al oído: "más deprisa". Entonces, él, obediente y sumiso, hace lo que ella le pide y comienza a moverse mucho más rápido, con más intensidad, con todas sus ganas, al tiempo que ella se estremece y se lleva las manos a la cabeza para apartarse el pelo sudado de la cara. 


La situación se vuelve incontrolable. Gabriel se detiene un instante para cogerla en brazos y llevarla a la cama. Allí continúan con más furia, en distintas posturas, enloquecidos, embriagados de pasión. Entonces, él se percata de que ella está a punto, al límite de su capacidad, al borde del abismo, por lo que saca su miembro, y aunque ella se queja, decide ignorarla. A continuación, por medio de su lengua, logra que Natalia alcance el éxtasis, y mientras tienen lugar sus contracciones, sin darle tiempo a reaccionar, le vuelve a introducir su miembro. Es en ese instante, cuando los orgasmos de los dos se entrelazan, se cruzan, comparten el espacio y los dejan exhaustos. 

Minutos más tarde, ambos permanecen tumbados en la cama. Ella mira al techo con una sonrisa estúpida en la cara. Él no puede dejar de contemplar su precioso rostro, sus curvas, sus sabrosas formas. Acaba de ocurrir. No puede dejar de pensar en ello. Ha sucedido y ha sido incluso mejor de lo que él había imaginado. Teme haberse enamorado, años después, del todo. Entonces, como una broma del destino, la magia se evapora enseguida. Ella se vuelve y lo mira. 

     - Debo irme. Ha sido espectacular, pero no me puedo quedar. Mi marido se preocupará si llego más tarde de lo que se supone que debería llegar después de una fiesta. 

Está casada. Ese pensamiento le cae de golpe como si se tratase de un enorme muro sobre su cabeza. Lo único que puede hacer es darle una camiseta (la suya ha quedado hecha jirones; a saber cómo lo justificará ante su marido), acompañarla a la puerta y confiar en que le vuelva a dar, al menos, más noches como esa. Las migajas de su amor, un sentimiento que le entrega a otro. 


viernes, 15 de junio de 2012

Adictos al móvil

Nunca me han gustado especialmente las nuevas tecnologías y, de esta idea, parte mi rechazo a la ligera dependencia hacia mi teléfono móvil que he desarrollado en el último año. Tuve mi primer ordenador de casualidad, Internet llegó a mi casa casi por sorpresa y me pasé a la cámara fotográfica digital más por vergüenza que por una necesidad real. Así pues, entenderéis que me daba exactamente igual tener un Nokia de esos que portaban una antena enorme o un Samsung con sus teclas y una batería que no necesitaba recargar hasta pasada una semana entera. 

Mi vida transcurría sin sobresaltos hasta que me pasé a contrato en mi compañía y me "regalaron" mi actual teléfono táctil. Hasta me aprendí el nombre completo del modelo, cuando hasta ese momento, había ignorado bastante ese tipo de detalles. Un Samsung Galaxy Mini blanco en mi poder, con pantalla táctil, Whatsapp y multitud de aplicaciones; no podía creérmelo. Al principio, mi relación con el aparato fue desconcertante, ya que no me adaptaba a su tamaño ni a escribir en la pantalla; todo me parecía de suma extrañeza. De hecho, durante los primeros días, me planteé devolverlo porque no me gustaba nada. Poco a poco me terminé acostumbrando, y hasta hoy. 

Hace poco, leí dos reportajes acerca de las nuevas adicciones del siglo XXI, y como no podía ser menos, una de las más destacadas es la del móvil. Los datos son preocupantes y debo confesar que me identifico con algunos de los rasgos del adicto (¡quién me lo iba a decir!), aunque me alejo lo suficiente de los comportamientos más graves. 

Segun los últimos datos, el 81% de las personas que tienen smartphone lo mantienen encendido durante toda la noche, incluso cuando están durmiendo. Sinceramente, me alegro de pertenecer al reducido grupo de gente que lo apaga en cuanto se mete en la cama. Para mí, el hecho de desconectarlo durante las horas de sueño significa un descanso para mi cerebro y un modo de alejarme por un tiempo del resto del mundo. No quiero ni pensar en lo mal que dormiría sabiendo que mi móvil puede vibrar en cualquier momento y despertarme; sería una inquietud demasiado desagradable. 

Otras cifras que no conviene ignorar son, por ejemplo, las 17 horas diarias de media que un ser humano corriente tiene su teléfono cerca. O el 8% de los estudiantes universitarios que, según un análisis de la Universidad de Granada, sufren la denominada nomofobia (no- mobile phobia) o temor a estar lejos de su móvil; en el caso de los británicos, esta cifra asciende al 66%.  Esto no es del todo raro, si tenemos en cuenta que mucha gente se siente desorientada e insegura si se deja el aparato olvidado en casa. 
No obstante, lo realmente grave es que el 60% de los adolescentes se consideran "muy adictos"  al móvil y el 51% de los adultos se muestran "incapaces" de vivir sin él. 


Hace apenas diez años, el teléfono se utilizaba para estar comunicado, hacer y recibir llamadas en situaciones importantes o urgentes. Ahora, casi para lo que menos se usa es para llamar, ya que estamos demasiado ocupados charlando por el Whatsapp, escribiendo en el Twitter, entrando en el correo electrónico o colgando en Facebook una foto que nos acabamos de tomar. En muchos casos, lo que hacemos, decimos o pensamos debe quedar reflejado casi al instante en las redes sociales. Conozco un par de casos de amigas que, por no tener Whatsapp, no son nadie y por poco viven aisladas de la sociedad. Y ese extremo me parece ridículo. 

Una de las cosas que más me llama la atención es el hecho de estar tranquila leyendo cualquier cosa y percibir la vibración de mi móvil, como si me hubiese llegado un nuevo mensaje o aviso, y a continuación, descubrir que es falso, que no tengo nada y todo ha sido producto de mi mente. ¿Cómo es posible? ¿Me estoy volviendo loca? Casi da miedo, pero lo cierto es que los llamados "mensajes fantasma" son más habituales de lo que creemos, pues estamos acostumbrados a recibir alertas en el móvil continuamente y llegamos a un punto en que nuestro cerebro se las imagina. De hecho, en situaciones límite, el hecho de no recibir nada durante varias horas, puede generar estrés y ansiedad general, que a su vez, puede desembocar en una preocupación desmedida por todo (cosas importantes y otras no tanto) y una reducción del rendimiento laboral y académico. 

En cualquier caso, y para afrontar esta posible adicción, los expertos recomiendan dedicar días  y horas concretas (por ejemplo, únicamente los viernes o bien, cada día solo a las seis de la tarde) a visitar las redes sociales a través del móvil y enviar mensajes de texto, con el fin de establecer una distancia sana con el aparato. Asimismo, es recomendable organizar más actividades en compañía o al aire libre con el fin de prestar cada vez una menor atención al teléfono, salvo cuando sea estrictamente necesario (una llamada de urgencia o situación excepcional), ya que según Pablo M. Gacto, director de la clínica Nascia, especializada en control del estrés, "el problema surge si usamos el móvil para combatir la soledad". 


Otras opciones útiles para reducir la dependencia pueden ser dejar el teléfono en casa adrede algún día, reducir el tiempo de utilización progresivamente, intentar no llevárselo nunca al cuarto de baño (aunque parezca curioso, muchos lo hacen), alejar el móvil de nuestro alcance cuando tengamos que desempeñar alguna tarea importante (estudiar, trabajar) y sobre todo, disminuir los instantes dedicados al móvil cuando nos encontramos en pareja o con los amigos. No hay nada más molesto que estar en compañía y que el otro preste más atención a su pantalla táctil que a ti. 

Muchos comparan este tipo de dependencia con la que generan las drogas, el tabaco o el alcohol. De momento, no enciendo ni consulto mi móvil nada más levantarme, sino tiempo después, y suelo pasar horas sin prestarle ninguna atención. Puede que estos pequeños detalles me salven de la epidemia tecnológica que se avecina. Cruzo los dedos, aunque no confío demasiado en mi salvación. 


jueves, 14 de junio de 2012

El amor tal y como es

Título: Perdona pero quiero casarme contigo
Autor: Federico Moccia
Editorial: Editorial Planeta, S.A.
Género: novela romántica
Número de páginas: 700


Es la cuarta novela de Federico Moccia que tengo el placer de leer. Reconozco que, poco a poco, me he ido aficionando a sus historias y a su manera de escribir. Me atrevo a defender su éxito como algo totalmente lógico, ya que tiene la habilidad de atrapar con sus lecturas a jóvenes y no tan jóvenes. Él siempre ha sostenido que, en un principio, sus novelas iban dirigidas a los adultos, pero lo cierto es que las chicas de entre catorce y veinte años se han convertido en su mayoritario público fiel. 

Este fenómeno no surge producto de la casualidad. Es un hecho que las lectoras se sienten identificadas con la manera que tiene Moccia de ver el amor. Es una visión realista, pero nunca exenta de las sorpresas y la magia de cuento de hadas de la que muchas imaginamos que debería estar teñido el mundo. Sus novelas generan ilusiones por sí mismas, a través de personajes que se muestran igual que lo haríamos cada uno de nosotros. Es admirable la capacidad que posee el autor para introducirse en los pensamientos de las personas de a pie, nosotros, que nos inmiscuimos en las relaciones de los chicos y chicas de la ficción y somos muy conscientes de que alguna vez hemos vivido exactamente lo mismo. Dudas, temores, indecisiones, desconfianzas, pánico, malestar, ansias de libertad, sensación de agobio: todo ello ha marcado o marcará nuestro amor hacia otra persona. Porque no todo es purpurina, sonrisas, felicidad y confeti. Uno siempre debe luchar por lo quiere, porque su relación de pareja perdure en el tiempo. 

En este caso, Perdona pero quiero casarme contigo es un ejemplo de valentía y cobardía a partes iguales. Es la visión serena y segura de Alex, de treinta y ocho años, y el punto de vista inseguro y alocado de Niki, su novia de apenas veinte años. Personas opuestas en sus planteamientos y sus formas de ver la vida, pero conectadas por un vínculo sólido: el amor. Se trata de la segunda parte del libro del mismo autor, titulado Perdona si te llamo amor, que estableció el comienzo de la historia de esta pareja, cuya diferencia de edad supuso el primer obstáculo a su felicidad. 

No obstante, en toda relación siempre acaban surgiendo problemas mucho más profundos, de fondo, al principio casi imperceptibles, pero a los que es necesario plantar cara a tiempo para que no se conviertan en decisiones sin retorno. Mediante la interacción y combinación de los casos particulares de varias parejas, la historia se desarrolla en un marco incomparable, el de la libertad y la independencia, el que permite tomar las riendas de la propia vida cuando uno cree que ha perdido el control. Así, se entremezclan las opiniones y visiones de personajes más adultos que saben más gracias a sus experiencias, y en consecuencia, actúan de otro modo distinto a como lo harían los personajes más jóvenes, cuyas metas vitales aún no están claras y su mente está bañada de ingenuidad. 

Una novela muy recomendable, básicamente por su deliciosa sencillez. El texto es claro, directo, sin florituras, donde quedan plasmadas citas de personajes históricos o populares y bellas canciones de intérpretes italianos, que muestran el sentir de los protagonistas y de sus amigos, y que reflejan verdades como puños. Su agilidad, a pesar de ser una historia extensa, la convierte en una novela amena, digna de ser leída quizá en un lugar al aire libre, en plena naturaleza, con el fin de que el lector pueda empaparse de la trama con la concentración que ésta se merece. 


"Somos fuertes contra las tentaciones fuertes y débiles contra las débiles". Mario Soldati, periodista y novelista italiano