sábado, 30 de junio de 2012

Malos representantes de Dios

Me propongo escribir este texto desde el profundo respeto que me merecen las personas que tienen fe y creen en Dios, ya que pienso que es muy lícito que cada uno dedique sus plegarias y oraciones a quien considere oportuno. Este artículo va a ser una crítica a los representantes de Dios en la Tierra, es decir, la Iglesia, los curas, los obispos y, en general, todos aquellos que dicen trasladar a los ciudadanos las palabras del Señor. 

Parto de mi postura agnóstica, por lo que no creo en aquello que no puedo ver o demostrar. Cuando afirmo esto, mi entorno suele decirme que los sentimientos tampoco se pueden observar físicamente; el amor no se puede palpar ni ver, tan solo sentir, y sin embargo, sabemos que está ahí. Vale, estoy de acuerdo, pero también sostengo que las religiones defienden la existencia de un Dios con apariencia humana y unos rasgos físicos determinados que, sin embargo, jamás han visto con sus propios ojos. ¿Cómo saben entonces que Jesucristo tenía el pelo largo y barba? Sobra decir que tampoco creo en las apariciones ni los milagros, puesto que no los he vivido en primera persona. Si eso me sucede algún día (lo que me parece poco probable), a lo mejor me replanteo mis ideas. 

Mientras tanto, voy a descargar toda mi rabia de la mejor manera que sé: escribiendo. Es absolutamente vergonzoso que obispos, curas, sacerdotes, arzobispos y demás "personas" del clero manifiesten públicamente sus pensamientos más bajos. Ya estamos acostumbrados a escucharles decir que el uso del preservativo en las relaciones sexuales es inmoral porque evita la procreación dentro del matrimonio, que, según ellos, es casi el único fin de ese contrato entre los cónyuges. Nada de placer; el sexo porque sí para estos "señores" es un absurdo. De esta creencia, nacen las familias numerosas con diez o doce hijos, más propias de antaño, pero que aún se dan. 

Y ya no hablemos de prevenir las enfermedades de transmisión sexual. En eso, los representantes de Dios no piensan en absoluto. Casi ninguno se plantea el problema del sida y el que lo hace, como el arzobispo de Bruselas, André- Joseph Leonard, se pronuncia en el libro de reciente publicación titulado Monseñor Leonard: conversaciones, con semejante frase: "el sida es un acto de justicia". Deberían haberle expulsado ya de su cargo por decir algo tan grave. 

André- Joseph Leonard
No obstante, sus compañeros no se quedan, ni mucho menos, atrás. Bien es cierto que la mayoría de ellos condena la pederastia en general, y en el seno de la Iglesia en particular. Sin embargo, algunos pecan de ridículos con sus afirmaciones fuera de lugar y sin sentido alguno. No pretendo justificarlos (no tengo la más remota intención), pero lo único que les podría salvar es asumir su error y rectificar sus palabras, alegando un acceso de locura transitoria. Es el camino que debería seguir Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México), que sostiene que "ante tanta invasión de erotismo, no es fácil a veces mantenerse fiel, tanto en el celibato, como en el respeto a los niños". En el vídeo que muestra estas declaraciones, se aprecia que Arizmendi duda a la hora de mencionar a los más pequeños, pero finalmente, lo hace. Este detalle me demuestra que es posible que ni siquiera supiera, con plena conciencia, lo que se estaba atreviendo a decir. Quiero creer que más tarde, se arrepintió. 

Otro de su mismo gremio que sigue una línea similar es Pedro Elizondo, obispo de la Prelatura  (Iglesia particular católica, apostólica y romana) Cancún- Chetumal, que defiende que "hay que perdonar a curas pederastas; no sabían lo que hacían". Es como si decimos que hay que indultar a un asesino porque la situación se le fue de las manos. Desprendo de sus palabras que considera mayor pecado el aborto, por ejemplo, que el abuso sexual a menores; quizá, no ando desencaminada. 
Jorge Gómez
No obstante, la peor declaración que he leído en mi vida sobre este tema sale de la boca del sacerdote de la ciudad argentina de Mendoza, Jorge Gómez: "violar la fe es 10.000 veces peor que violar a una hija", afirmación por la que se estudió si sería sancionado por parte del Estado, aunque no dispongo de datos sobre si al final se le aplicó un castigo o no. 

Por otra parte, el asunto de la homosexualidad es uno de los más condenados por los miembros de la Iglesia y existen numerosas frases públicas que lo prueban. Si la sociedad ha conseguido avanzar en este campo a pasos de gigante, el clero cada vez se muestra menos partidario de aceptar esta condición sexual como una opción más; se han estancado en los tiempos en los que los homosexuales recibían tratamientos para "curarse" o eran perseguidos hasta la muerte. Hace dos años, el actual Papa, Benedicto XVI, reconoció que había sacerdotes homosexuales, pero les pidió que no ejercieran "de manera activa", y además, añadió que estas personas no deben ser discriminadas, pero que "la homosexualidad es algo que está contra la naturaleza de aquello que Dios ha querido originariamente". Sin duda, y a pesar de la gravedad de sus afirmaciones, son las declaraciones más suaves mostradas en este artículo hasta ahora. 
Mucho más incendiaria (y nunca mejor dicho) es la frase del arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa: "los homosexuales juegan con fuego". Curioso que lo diga él, que ya se está quemando con sus palabras. 

Javier Martínez
Por último, no me puedo olvidar de uno de los temas favoritos de la Iglesia: el aborto. Los religiosos se empeñan en hacerse mala sangre criticando las conductas de mujeres más o menos superadas por su situación particular, que toman decisiones acertadas o no, pero de las que son dueñas completamente. Y en su caso personal no debería entrar nadie a opinar. Y, mucho menos, para decir sandeces como que "si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella", pronunciada por el arzobispo de Granada, Javier Martínez. Bastante cara tiene este señor para aparecer y decir una burrada así. 

Encima, muchos se sorprenderán de que a un gran porcentaje de la población mundial, especialmente a los jóvenes, no les inspire ninguna confianza ni la Iglesia ni quienes la integran. Son personas que machacan con sus comentarios a todos aquellos que se salen de las normas establecidas por ellos mismos. Porque Dios, según la religión, "es bueno y misericordioso" y además, afirma lo siguiente: "ama al prójimo como a ti mismo". Por eso, creo que estos señores se han olvidado de las ideas que representan y nunca tendrán mi respeto. 


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