La ortorexia fue descubierta por el doctor Steven Bratman, que empezó a hablar de ella en 1997,
aunque no se popularizó hasta el año 2000 cuando publicó su libro Los yanquis de la comida sana, en el que
hablaba del problema. El término procede de las palabras griegas orthos que significa “justo” o “recto” y
exia que significa “apetencia” o
“apetito”. Consiste en una obsesión por comer sólo alimentos sanos, libres de
conservantes, colorantes, aditivos o cualquier otra sustancia artificial, y que
nace de la cultura ecológica.
Las personas que tienen ortorexia
sólo comen alimentos que les ofrecen garantías de calidad, que son naturales o
no tienen grasas, lo que supone un grave peligro para su salud porque se
suprimen nutrientes esenciales para el organismo.
Quien sufre esta patología dedica
más de tres horas diarias a pensar en la comida saludable que puede tomar,
prepara las comidas con días de antelación, da prioridad a la calidad de los
alimentos por encima de la satisfacción que siente al comerlos o puede masticar
muchas veces lo que come antes de tragarlo (el propio Bratman lo hacía
hasta cincuenta veces). Si el ortoréxico no sigue la dieta sana que él ha establecido, tiene
sentimientos de culpabilidad y es capaz de no comer durante días como castigo
por haber tomado productos que él considera “malos”, y por el contrario, se muestra superior a
los demás, con gran fuerza de voluntad y feliz consigo mismo si logra
mantenerla. Su obsesión llega hasta el punto que se aleja de sus familiares
y amigos porque evita comer fuera de casa alimentos que no puede controlar, lee
siempre las etiquetas de los productos, cocina sus alimentos de una manera
concreta e incluso crudos o en recipientes especiales (de cerámica, madera,
etc.) y no sale de su casa si no es con su propia comida. Puede llegar a
recorrer varios kilómetros para comprar este tipo de productos que suelen ser
más caros, incluso hasta diez veces más que los productos normales. Si no los
encuentra es capaz de pasar tres o cuatro días en ayunas.
El caso más extremo fue el de
Kate Finn, una californiana que falleció en 2003 por inanición. Al principio,
le diagnosticaron anorexia, pero a ella no le preocupaba su peso ni la cantidad
de alimentos que tomaba, sino su calidad. Algunos expertos hablan de que la
ortorexia es una “anorexia mal curada”, aunque en el caso de la primera, lo que
importa es comer sano y en cuanto a la anorexia, el problema radica en la
preocupación por las calorías y el peso corporal. Finn comía, sobre todo,
hidratos de carbono y azúcares y apenas probaba las grasas ni las proteínas:
murió de ortorexia.
Este trastorno en ocasiones
responde a una moda, y los más propensos a sufrirlo son las adolescentes, las
mujeres (hasta en un 90%), los deportistas (en especial, los que practican el
culturismo), y en general,
las personas estrictas y muy exigentes consigo mismas y con los demás, las que tienen comportamientos obsesivos compulsivos o las que ya hayan tenido otros
problemas con la alimentación, como anorexia o bulimia.
Las causas de esta patología son
muchas. Según Manuel Serrano Ríos, catedrático de Medicina Interna por la Universidad Complutense de Madrid, “el impacto cultural de la
obsesión por la propia salud le hace al ortoréxico orientarse hacia la búsqueda
sistemática de alimentos saludables”, lo cual quiere decir que nuestra cultura
incide directamente en este problema por la importancia que la da a la imagen.
Otros desencadenantes pueden ser miedo a envenenarse por tomar alimentos que no
son naturales, razones religiosas o espirituales, influencia de los medios de
comunicación y la publicidad, o la excentricidad. Esto último se pone de
manifiesto especialmente en algunas actrices, como Julia Roberts, que sólo bebe
leche que contiene soja, Demi Moore que consume todos los alimentos crudos o
Jennifer López que come tortillas hechas sólo con clara de huevo. Algunas otras
causas son de carácter psicológico como la depresión, la inseguridad,
dificultades de comunicación con las personas del entorno o la falta de afecto.
Por su parte, las consecuencias
de llevar este tipo de alimentación pueden ser muy graves. En primer lugar,
desciende la calidad de vida porque se consumen alimentos que no aportan todos
los nutrientes y vitaminas que necesita el organismo, lo que a su vez, puede
desencadenar desnutrición, debilidad, agresividad, desequilibrios psicológicos,
tristeza, ansiedad, depresión o hipocondrías. En concreto, por tomar alimentos
excesivamente sanos, se consumen proteínas de menos calidad al tomar sólo
vegetales, hace falta hierro lo que puede dar lugar a anemias, son escasos las
vitaminas liposolubles y los ácidos grasos esenciales, faltan oligoelementos, y
en casos muy graves, se puede dar una pérdida temporal o permanente de la
menstruación. Además, la ortorexia conlleva distanciamiento social.
Para curarla, es necesario tomar
conciencia del problema, seguir los consejos de nutricionistas y psicólogos, y
con su ayuda, aprender a comer de una manera realmente sana y equilibrada, sin
obsesionarse.
No obstante, la clave para evitar
la ortorexia está en seguir una dieta sana y equilibrada que incluya todos los
nutrientes necesarios. Para ello, es muy importante tomar a diario frutas y
verduras, carne, pescados y huevos, y nunca se deben suprimir los aceites y las
grasas porque son beneficiosos para la transmisión de los impulsos en el
sistema nervioso. La dieta diaria de cualquier persona debe estar formada por
un 60% de hidratos de carbono (pan, pasta y cereales), un 20% de grasas y otro
20% de proteínas. Eso es lo fundamental para mantenerse sano.
Muchísimas gracias por la explicacón, guapa, llegué por casualidad a este espacio buscando una tarea y resulta que encontré información que me sirve más para mi como persona
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