lunes, 4 de junio de 2012

La obsesión por sentirse sano


La ortorexia fue descubierta por el doctor Steven Bratman, que empezó a hablar de ella en 1997, aunque no se popularizó hasta el año 2000 cuando publicó su libro Los yanquis de la comida sana, en el que hablaba del problema. El término procede de las palabras griegas orthos que significa “justo” o “recto” y exia que significa “apetencia” o “apetito”. Consiste en una obsesión por comer sólo alimentos sanos, libres de conservantes, colorantes, aditivos o cualquier otra sustancia artificial, y que nace de la cultura ecológica. 


En los últimos años, en España han aumentado los casos de ortorexia. Aún no puede calificarse como enfermedad porque no se ha reconocido como un trastorno psiquiátrico y además, no se han encontrado parámetros para distinguirla del hecho de mantener una dieta saludable y equilibrada. No hay que confundirla con dietas sanas llevadas a cabo con sentido común y dentro de unos límites normales porque la ortorexia es llevar una alimentación sana exagerada. Según Bratman, “los ortoréxicos desarrollan sus propias reglas alimenticias, cada vez más dañinas y específicas”. Él lo sabe bien, ya que a finales de los setenta inventó su propia dieta formada por vegetales recién cogidos del huerto y se alimentó así durante muchos años hasta que un día, después de un tiempo de tratamiento con psicólogos, se comió un trozo de pizza y una copa de helado.

Las personas que tienen ortorexia sólo comen alimentos que les ofrecen garantías de calidad, que son naturales o no tienen grasas, lo que supone un grave peligro para su salud porque se suprimen nutrientes esenciales para el organismo.
Quien sufre esta patología dedica más de tres horas diarias a pensar en la comida saludable que puede tomar, prepara las comidas con días de antelación, da prioridad a la calidad de los alimentos por encima de la satisfacción que siente al comerlos o puede masticar muchas veces lo que come antes de tragarlo (el propio Bratman lo hacía hasta cincuenta veces). Si el ortoréxico no sigue la dieta sana que él ha establecido, tiene sentimientos de culpabilidad y es capaz de no comer durante días como castigo por haber tomado productos que él considera “malos”, y por el contrario, se muestra superior a los demás, con gran fuerza de voluntad y feliz consigo mismo si logra mantenerla. Su obsesión llega hasta el punto que se aleja de sus familiares y amigos porque evita comer fuera de casa alimentos que no puede controlar, lee siempre las etiquetas de los productos, cocina sus alimentos de una manera concreta e incluso crudos o en recipientes especiales (de cerámica, madera, etc.) y no sale de su casa si no es con su propia comida. Puede llegar a recorrer varios kilómetros para comprar este tipo de productos que suelen ser más caros, incluso hasta diez veces más que los productos normales. Si no los encuentra es capaz de pasar tres o cuatro días en ayunas. 

El caso más extremo fue el de Kate Finn, una californiana que falleció en 2003 por inanición. Al principio, le diagnosticaron anorexia, pero a ella no le preocupaba su peso ni la cantidad de alimentos que tomaba, sino su calidad. Algunos expertos hablan de que la ortorexia es una “anorexia mal curada”, aunque en el caso de la primera, lo que importa es comer sano y en cuanto a la anorexia, el problema radica en la preocupación por las calorías y el peso corporal. Finn comía, sobre todo, hidratos de carbono y azúcares y apenas probaba las grasas ni las proteínas: murió de ortorexia.

Este trastorno en ocasiones responde a una moda, y los más propensos a sufrirlo son las adolescentes, las mujeres (hasta en un 90%), los deportistas (en especial, los que practican el culturismo), y en general, las personas estrictas y muy exigentes consigo mismas y con los demás, las que tienen comportamientos obsesivos compulsivos o las que ya hayan tenido otros problemas con la alimentación, como anorexia o bulimia.

Las causas de esta patología son muchas. Según Manuel Serrano Ríos, catedrático de Medicina Interna por la Universidad Complutense de Madrid, “el impacto cultural de la obsesión por la propia salud le hace al ortoréxico orientarse hacia la búsqueda sistemática de alimentos saludables”, lo cual quiere decir que nuestra cultura incide directamente en este problema por la importancia que la da a la imagen. Otros desencadenantes pueden ser miedo a envenenarse por tomar alimentos que no son naturales, razones religiosas o espirituales, influencia de los medios de comunicación y la publicidad, o la excentricidad. Esto último se pone de manifiesto especialmente en algunas actrices, como Julia Roberts, que sólo bebe leche que contiene soja, Demi Moore que consume todos los alimentos crudos o Jennifer López que come tortillas hechas sólo con clara de huevo. Algunas otras causas son de carácter psicológico como la depresión, la inseguridad, dificultades de comunicación con las personas del entorno o la falta de afecto.


Por su parte, las consecuencias de llevar este tipo de alimentación pueden ser muy graves. En primer lugar, desciende la calidad de vida porque se consumen alimentos que no aportan todos los nutrientes y vitaminas que necesita el organismo, lo que a su vez, puede desencadenar desnutrición, debilidad, agresividad, desequilibrios psicológicos, tristeza, ansiedad, depresión o hipocondrías. En concreto, por tomar alimentos excesivamente sanos, se consumen proteínas de menos calidad al tomar sólo vegetales, hace falta hierro lo que puede dar lugar a anemias, son escasos las vitaminas liposolubles y los ácidos grasos esenciales, faltan oligoelementos, y en casos muy graves, se puede dar una pérdida temporal o permanente de la menstruación. Además, la ortorexia conlleva distanciamiento social.

Para curarla, es necesario tomar conciencia del problema, seguir los consejos de nutricionistas y psicólogos, y con su ayuda, aprender a comer de una manera realmente sana y equilibrada, sin obsesionarse.
No obstante, la clave para evitar la ortorexia está en seguir una dieta sana y equilibrada que incluya todos los nutrientes necesarios. Para ello, es muy importante tomar a diario frutas y verduras, carne, pescados y huevos, y nunca se deben suprimir los aceites y las grasas porque son beneficiosos para la transmisión de los impulsos en el sistema nervioso. La dieta diaria de cualquier persona debe estar formada por un 60% de hidratos de carbono (pan, pasta y cereales), un 20% de grasas y otro 20% de proteínas. Eso es lo fundamental para mantenerse sano.


1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por la explicacón, guapa, llegué por casualidad a este espacio buscando una tarea y resulta que encontré información que me sirve más para mi como persona

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