Título: Tengo ganas de ti
Director: Fernando González Molina
Reparto: Mario Casas, Clara Lago, María Valverde, Marina Salas, Diego Martín
Año: 2012
País: España
Género: romance, drama
Duración: 124 minutos
Tráiler: http://www.youtube.com/watch?v=X_jZHkOYSIg
Esta vez no me propongo construir una crítica cinematográfica en sentido estricto, sino más bien un análisis de las expectativas reales y frustradas que giran en torno a esta cinta. Que el espectador no se lleve a engaño: es más lo que parece que lo que es. Los que llevamos meses esperando este estreno sabemos bien de lo que hablamos (y quienes no la hayan visto todavía, ya lo sabrán).
Después del éxito brutal de la primera entrega, Tres metros sobre el cielo, lo mejor que uno podía hacer es ser realista. Iba a ser muy complicado igualar o superar la intensidad de aquella historia, puramente fiel al libro (aunque no pudiera incluir todos los detalles de la novela por falta de tiempo, como es obvio), envuelta en una sensibilidad auténtica, de una íntima belleza visual que derritió incluso a los más fuertes en cuanto a sus emociones. Hache y Babi crearon un amor perfecto, propio de la adolescencia, el primero que se vive y ya nunca se olvida, y que se convirtió en un reflejo ideal del modo de actuar del público más joven. Una historia de cuento de hadas adaptada a nuestros tiempos, en los que los tipos canallas enamoran a diestro y siniestro.
Por ello, si empleo una sola palabra para definir esta nueva película seguramente será realista. Cada amor es completamente diferente, es del todo imposible recrear de forma idéntica el primer enamoramiento experimentado en la vida. Esa novedad, esos momentos recién descubiertos, la fuerza de un sentimiento único, nunca antes reconocido; no puede volverse a repetir, sencillamente porque ya se vivió. Y esta cinta no es más que una muestra de la vida misma, aunque nuestras expectativas antes de verla, eran otras, por supuesto. Posiblemente, esperábamos una magia similar a la de la cinta anterior, pero si eso hubiera sido así, habría resultado absurdo filmar una segunda parte.
En este caso, los personajes son mucho más maduros, más seguros de sí mismos, han crecido a partir de sus experiencias, han aprendido de los errores y por tanto, son más calmados. Y ya sabemos cómo funciona esto: en el cine, nos apasiona ver locura, insensatez, rebeldía y en definitiva, fuerza. Y esas cualidades solo las pueden generar unos protagonistas inexpertos, inmaduros, que aún no saben nada de la vida y que desean vivir al máximo. Y este no es el caso; la edad les ha regalado más tranquilidad, ha suavizado y dosificado su carácter.
Por supuesto, es una historia entretenida que transmite recuerdos de un pasado lleno de inestabilidad y libertad. Si la primera fue más romántica, ésta es más pasional, regada con toques de humor combinados con pizcas de tragedia que encogen el corazón. Dos horas de Hache en estado puro, para los verdaderos admiradores del género y de las novelas de Moccia, entre los que me incluyo.
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