viernes, 29 de junio de 2012

Trato agradable

Si nos paramos a pensar en motivos objetivos por los cuales una persona o varias no congenian, en general, con el resto de su entorno, quizá no seamos capaces de sacar ninguna conclusión. A nuestra edad, tenemos la personalidad totalmente forjada y cimentada sobre unos pilares sólidos, basados en nuestra educación y nuestro contacto con el mundo. Según los estudios, es a los veinticinco años cuando nuestro cerebro alcanza su máximo desarrollo y por tanto, nos consideramos adultos. 

Esto no quiere decir que el individuo tenga la madurez que se espera de él a esa edad, ya que el ritmo de desarrollo intelectual de cada uno es muy diferente. El ambiente familiar es clave para que una persona sea estable emocionalmente, independiente, ambiciosa, simpática, risueña, seria, envidiosa, o bien, presente otras mil cualidades posibles. Las combinaciones, ciertamente, son infinitas. Y no es bueno ni malo; simplemente, algunos rasgos tienden a ser aceptados por la sociedad con mayor facilidad que otros. A veces, es solo cuestión de tiempo. 

Así, por ejemplo, las personas egoístas, aunque sea en pequeña medida, y las envidiosas suelen tener dificultades para ganarse un hueco permanente en su grupo de amigos. Desde fuera, resulta lógico que tales comportamientos sean rechazados por la amplia mayoría de la población, pero visto desde el fondo de la cuestión, no es tan sencillo. En realidad, somos puzzles formados por piezas más o menos favorables para nosotros mismos y para los demás, y si aprendemos a compensar los defectos con las virtudes, el balance puede ser muy positivo. No obstante, hay que tener la habilidad de hacerlo.


Para alcanzar éxito profesional y personal, es básico aprender a establecer buenas relaciones humanas. Aquellas personas que saben cómo tratar a los demás en cada situación son las que después, ascienden en su trabajo y ocupan puestos importantes. Es el caso de los directivos de cualquier empresa, los jefes de departamento o los coordinadores de tareas determinadas. Son individuos que facilitan que sus subordinados más cercanos se sientan a gusto con la actividad que están realizando, su trato con ellos es agradable (salvo excepciones que todos hemos vivido) y su conversación es cálida. Saben bien cómo dirigirse a todo el mundo y generan simpatía. 

Otro aspecto fundamental es el poder de la sonrisa. Es un arma que, sobre todo, han aprendido a usar quienes han nacido con un carácter risueño. Hoy en día, no vale sonreír de cualquier manera, por lo que aquellos que deseen forzar la situación, tienen las de perder. En los tiempos que corren, nos percatamos enseguida si alguien nos muestra su lado más amable de corazón o si es pura fachada. Una sonrisa sincera siempre nos abrirá puertas para un contacto productivo y satisfactorio con nuestro interlocutor. O, al menos, en la mayoría de los casos. 

Las personas más serias tienen que jugar sus cartas con la fuerza de las palabras adecuadas, con el fin de construir una charla rica en contenido y vacía de frases hechas o muletillas que solo prolongan su extensión, pero nunca nutren el diálogo. Del mismo modo, la discreción y el saber estar son tanto o más importantes que todo eso, ya que pocas actitudes son tan desagradables como la de alguien cuyas palabras están totalmente fuera de lugar. Es el instante de aplicar aquello de "uno vale más por lo que calla que por lo que dice" o "el sabio calla y el inteligente opina". La información es poder y hay que saber cómo, cuándo y dónde usarla, lo que determinará el éxito o el fracaso de nuestras relaciones. 

Para establecer una amistad o una simple cordialidad con los miembros de nuestro entorno, es conveniente tener en cuenta cuatro aspectos. En primer lugar, debemos ser amigos de nosotros mismos, aceptarnos tal y como somos, con nuestros rasgos positivos y negativos, e intentar pulir aquello que menos nos gusta. Después, es preciso valorar a las personas con sinceridad, interesarse por ellas y establecer relaciones reales. En tercer lugar, nuestra meta debe ser relacionarnos con los demás de manera sana, dándoles todo nuestro cariño y dedicándoles el tiempo necesario. Y por último, no debemos olvidar la frase "quien siembra vientos, recoge tempestades", pues resume muy bien la idea de que la vida nos devolverá aquello que hayamos dado. Por ello, es básico tener una buena actitud con los demás si queremos ser felices. 



"La única manera de poseer un amigo es serlo". Ralph W. Emerson, escritor y filósofo estadounidense (1803-1882).


2 comentarios:

  1. Ralph W. Emerson tenía mucha razón, creo que este texto es muy acertado y dice mucho de cómo puede ser una persona, que no es mejor ni peor, sino que todo el mundo es diferente. Me gusta Aly!!

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  2. Te leo desde hace tiempo y me gustaria me pudieses aconsejar como superar la muerte de mi padre y de mi mejor amiga. Y realmente vivir el presente y saber valorar lo que tenemos y no vivir siempre en el recuerdo. Abrazo

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