lunes, 23 de julio de 2012

El amor

Cuando nos enamoramos, una sensación de inmensa felicidad y euforia se apodera de nuestros sentidos y nos volvemos bobos. Creemos haber encontrado a la persona ideal para caminar por el mundo, cogidos de la mano, mientras contemplamos el arco iris, brillan las estrellas en el cielo nocturno y hacemos de nuestra vida un gran pastel de confeti. Perdón, un momento, esta es la versión fantasiosa de la realidad amorosa de hoy. Me había centrado por un instante en el punto de vista más ñoño e insoportable. Disculpadme, lectores, no volverá a ocurrir. 

EL ENAMORAMIENTO
Debemos echarle la culpa de todo a las feromonas, unos compuestos químicos que influyen en la actitud erótica de hombres y mujeres. En el caso de los hombres, se trata de la llamada androstenona, que se encuentra en el sudor y en la orina, mientras que en las mujeres, la atracción está provocada por las copulinas, que se desprenden por medio de los genitales externos, sobre todo, durante la ovulación. 

Según varios estudios, la pasión inicial de cualquier pareja no suele durar más de tres o cuatro años. Las taquicardias del principio, las mariposas en el estómago y la respiración entrecortada dan paso a la calma. Esto ocurre porque se reduce la dosis de estimulantes en el organismo y aparecen las endorfinas (responsables de la sensación de bienestar y felicidad), que estabilizan a la pareja y la conducen a una vida en común que puede durar para siempre. 


Según el psiquiatra Hagop Akiska, "estar enamorado más de seis meses puede ser patológico". Basa su afirmación en un estudio, por el cual descubrió que los enamorados tienen unos niveles de serotonina (un neurotransmisor del sistema nervioso) muy semejantes a los que presentan quienes sufren un trastorno obsesivo-compulsivo. 

El psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat distingue entre la pasión erótica y el amor pasional. La primera se refiere a un erotismo sexual muy intenso, que si perdura a lo largo de los años, convertirá el vínculo amoroso en algo muy profundo y sólido. En cambio, el amor pasional es aquel en el que existe una fuerte dependencia e idealización del otro, que conduce a un miedo absoluto a perder a la persona amada. Es un sentimiento muy negativo. 

El amor solo llega después del enamoramiento. Enamorarse es desear la imagen que uno mismo se ha formado de la otra persona, lo que supone idealizarla. En esa etapa, se intenta agradar al otro y se evita decir toda la verdad por miedo a que se desilusione. Priman los deseos personales por encima de cualquier otra cosa y se olvidan los aspectos negativos del otro, lo que causa una "ceguera" transitoria. 
El auténtico amor viene más tarde, cuando uno es realista y asume las virtudes y los defectos de la otra persona. Aparece entonces un sentimiento más profundo y real, por el que los dos integrantes de la pareja se cuidan el uno al otro y se preocupan por su bienestar conjunto. 

LA FUERZA DEL AMOR
Algunas personas hablan de amor a primera vista. Según Clarín Agustín Ibáñez, director del laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias de INECO, "ciertamente, el flechazo existe para la ciencia". Sostiene que, ante la visión de una persona que nos resulta atractiva, se activan con rapidez sistemas de neurotransmisores, que nos dan una sensación de placer. Algunos de los factores que conducen al flechazo son la simetría facial, la inteligencia, el atractivo físico y la fijación de la mirada. En este proceso de amor a primera vista interviene el sistema de recompensa, que también se activa en las adicciones. 


En ocasiones, la frase "no se puede vivir sin amor" no podría ser más cierta. Según un estudio publicado en Journal of Psychosomatic Medicine, los hombres casados tienen menor probabilidad de padecer arterioesclerosis (endurecimiento de las arterias) que los solteros. Esto es así porque la vida de pareja favorece una existencia más tranquila y estable, lo que reduce los niveles de estrés. Además, se desprendió de otro estudio realizado a individuos mayores de 65 años, que el riesgo de muerte aumentaba un 21% en el caso de los hombres viudos, y un 17% en el caso de las mujeres. 

La clave de una relación duradera está en dar sin esperar nada a cambio, al menos, en teoría. Está demostrado que quienes ofrecen lo máximo de sí mismos, sin estar pendientes de obtener una respuesta, son más felices. El amor perfecto sería aquel en el que no se espera la plena reciprocidad, no existe resentimiento por el rechazo, y aquel que no se basa constantemente en un análisis de las cualidades de la pareja.
Amar significa ser dichoso con los éxitos del compañero, no competir con él, compartir sus satisfacciones, aprender junto a él. Así, surge un sentimiento sano en el que no existe el afán de dominar o controlar. Entra en juego la hormona oxitocina, que nos aporta alegría y confianza. 

CELOS E INFIDELIDAD
Creer que los celos son una muestra de amor es un error. Algunos provocan celos intencionadamente a su pareja con el fin de buscar su atención, pues carecen de ella en momentos determinados. Es una actitud desesperada e inmadura para demandar cariño. 
Cuando los celos aparecen de repente y se convierten en algo enfermizo, es conveniente acudir a un especialista, pues suele tratarse de un sentimiento sin fundamento alguno, que nace de la inseguridad del propio celoso. Son celos patológicos que pueden arruinar la relación. 


La infidelidad puede producirse por mil razones, en función de las circunstancias de cada pareja. Hemos sido educados en una sociedad monógama, por lo que mantener varios contactos sexuales al mismo tiempo no está bien visto. Sabemos que la fidelidad y el respeto son básicos para que funcione el amor. No obstante, algunas personas buscan nuevas distracciones, novedades que les aparten de la rutina o, simplemente, pura diversión. Es un comportamiento egoísta que les conduce a ser infieles. En algunos casos, siguen estando enamorados de su pareja, pero sienten la necesidad de estar con otras personas. 

Muchos expertos sostienen que es lo normal, ya que casi todos los animales son polígamos y es un hecho que se ve en la naturaleza. Sin embargo, es la peor condena para el amor. 


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