martes, 7 de agosto de 2012

Historia del condón

El preservativo masculino, en sentido estricto, fue inventado por Gabriel Falopio, anatomista y médico italiano, en el siglo XVI. Era una funda fabricada con tripa de animal y lino, que se adaptaba al pene gracias a una cinta, y cuyo objetivo era prevenir la sífilis y la gonorrea, entre otras enfermedades de transmisión sexual o "venéreas" (denominadas así en honor a Venus, la diosa del amor). En esta época también se emplearon otros materiales, como cuero, papel aceitoso, intestinos de animales, vejigas de peces y caparazones de tortugas. 

Uno de los términos para definirlo, condón (que se usó por primera vez en un libro sobre la sífilis, escrito por el doctor Turner en el siglo XIX) deriva de la palabra latina condus, que significa "recipiente". También, puede deberse al nombre del médico de la corte de Carlos II de Inglaterra,  el doctor Condom o Quondam, que empezó a crearlo a partir de intestinos de animales. 
Antes del invento de Falopio, desde el año 1.000 a.C., en Egipto se empleaban fundas de tela para cubrir el pene, y también, vejigas de cabra o de pescado. 
A pesar de los avances de siglos atrás, el uso del condón empezó a extenderse a partir de 1880. 

La vulcanización, un proceso que consistía en tratar el caucho bruto con azufre y aplicarle un fuerte calor, permitió que éste se convirtiera en un material muy elástico y resistente, y así, se pudiera utilizar en la fabricación de preservativos. Goodyear y Hancock crearon este método revolucionario en la década de 1840. 


Los profilácticos de los siglos XVI, XVII y XVIII medían solo 34 milímetros de ancho, frente a los 52 milímetros de los condones actuales. Estaban destinados, principalmente, a los hombres que acudían habitualmente a burdeles, y antes de usarlos, los introducían en recipientes con leche tibia para que se ablandaran. Eran fundas de tripas de animales y solían utilizarse en varias ocasiones

A partir de finales del siglo XIX, los ingleses empezaron a producirlos con látex, un material más elástico y fiable, lo que facilitó también su disponibilidad en farmacias. No obstante, su venta estuvo prohibida en muchos países hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. 
En 1947, en Argentina, se instalaron dispensadores de preservativos en los lugares públicos, pero más tarde, con la caída del gobierno democrático en 1955, desaparecieron. En Estados Unidos, su venta estaba permitida sólo para prevenir enfermedades. 
Actualmente, en muchos países, existen organismos que reparten condones de manera gratuita en colegios o centros de diverso tipo, a pesar de que grupos religiosos y éticos se oponen. 

La última novedad en cuanto a fabricación de profilácticos está en un material hecho a base de poliuretano, más fino y que proporciona mayor sensibilidad, y dos veces más resistente que el látex. Su uso responde, principalmente, a una necesidad por parte de quienes son alérgicos al látex y precisan disponer de otras alternativas. 

Las empresas más importantes que se dedican a la creación y comercialización de preservativos operan desde finales del siglo XIX. En España, las marcas más conocidas hoy en día son Durex y Control, que mantienen una dura competencia. Prueba de ello, son las innovaciones que han sacado al mercado en los últimos años, con el fin de superar en ventas a su rival directo. 

Los condones son biodegradables, pero conviene depositarlos, una vez usados, en lugares adecuados. Las ventajas de su uso son numerosas, como que previenen el contagio de enfermedades de transmisión sexual, evitan el embarazo, son accesibles, económicos y fáciles de utilizar, y después de emplearlos, se recupera la fertilidad de inmediato (a diferencia de lo que sucede con otros métodos, como la píldora). No obstante, también tienen inconvenientes, como que pueden reducir la sensibilidad durante la relación sexual y que no protegen frente al Virus del Papiloma Humano (VPH), ya que éste se encuentra en la piel de la zona genital, no en los fluidos corporales.
Si se colocan correctamente, tienen una eficacia del 97%

Preservativo femenino
Por su parte, el preservativo femenino está disponible en Europa desde 1992. Se trata de una bolsa o funda que mide entre 160 y 180 milímetros de largo y entre 76 y 82 milímetros de ancho. Cubre el interior de la vagina y los genitales externos y puede fabricarse con poliuretano, látex y nitrilo. Está formado por dos anillos que facilitan su correcta colocación. 

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