jueves, 30 de agosto de 2012

Altibajos

Hace muchos años, se conocía como psicosis maníaco- depresiva, pero hoy su nombre es trastorno bipolar. Se trata de una enfermedad mental que consiste en una alteración del estado de ánimo, al producirse una inestabilidad en las áreas del cerebro responsables de que las emociones se mantengan regulares. La definición más sencilla para esta dolencia es que supone pasar de un estado de depresión a un estado de euforia o exageración, y viceversa. El afectado siente como su vida cambia por completo, debido a estos picos emocionales. 

CARACTERÍSTICAS
La persona afectada alterna una fase de depresión, en la que predomina el desinterés, la falta de energía, una gran tristeza, desesperación y exceso de sueño, con otra fase de manía o hipomanía (según su intensidad) caracterizada por la hiperactividad, ideas de grandeza, irritabilidad, exceso de energía y una disminución de la necesidad de dormir. 


Durante la depresión bipolar, el individuo no tiene ganas de hacer nada y percibe el mundo como un lugar hostil, exigente y lleno de murallas infranqueables. Se siente inmerso en una sensación generalizada de fracaso y considera que el futuro será aún peor, ya que cree que no conseguirá alcanzar sus objetivos vitales. El deseo sexual puede llegar a desaparecer por completo y se pueden experimentar dudas con respecto a la pareja sentimental. 

En cambio, durante la etapa de manía, las sensaciones son muy distintas. El paciente puede sentirse eufórico, optimista, con una confianza absoluta en sí mismo y sin capacidad de apreciar las consecuencias negativas de sus actos. Pero también, puede que no esté contento, sino nervioso, inquieto, irritable o que, incluso, se muestre intolerante. Por tanto, la manía no es euforia exactamente, sino más bien exaltación, agitación y exageración. La hipomanía es como la manía, pero menos intensa y sin síntomas psicóticos, y es un estado muy inestable en el que el afectado tiene una mayor autoestima, es más sociable, tiene más energía y más creatividad, pero de repente, todo eso puede dar paso a confusión, una actitud social inadecuada o inquietud. 

El estado de ánimo está controlado por una zona concreta del cerebro, el sistema límbico, también conocido como "cerebro emocional". Esta parte cerebral se encarga de mantener las emociones estables, regulares y coherentes con lo que sucede en el mundo exterior. Es decir, si tiene lugar un acontecimiento negativo, lo lógico será que el individuo se sienta triste o frustrado; en cambio, ante buenas noticias, el ser humano reaccionará con alegría. Cuando el sistema límbico sufre algunas disfunciones, se produce el trastorno bipolar. Así, se producen cambios en el ánimo que no tienen nada que ver con estímulos exteriores, sino con cambios biológicos que tienen lugar en el cerebro

Según la Organización Mundial de la Salud, se trata de la sexta causa de discapacidad en el mundo. Con frecuencia, este trastorno se ha vinculado a personas con gran inteligencia y genialidad, ya que artistas como Van Gogh, escritores como Virgina Wolf o Víctor Hugo y el presidente británico Churchill, entre otros, la han padecido. 

TIPOS
Aunque los especialistas no se ponen muy de acuerdo, podemos hablar de cuatro tipos o variantes de este trastorno:
- Trastorno bipolar I: se produce en aquellas personas que han sufrido un episodio maníaco junto con un episodio depresivo. 
- Trastorno bipolar II: se da en casos de depresión mayor junto con, al menos, un brote de hipomanía. Es más difícil de diagnosticar. 
- Ciclotimia: se produce cuando se dan numerosos episodios de depresión (no es depresión mayor) y de hipomanía. Pueden tener lugar ciclos rápidos (cambios en el estado de ánimo unas cuatro veces al año), ultrarápidos (cambios varias veces a la semana, o incluso al día) o lentos. 
- Trastorno bipolar no especificado: es todo aquel trastorno bipolar en el que no se cumplen las características de los tres tipos anteriores. 


Más de dos tercios de las personas que sufren esta enfermedad han tenido, al menos, un pariente próximo con esta dolencia o con algún tipo de depresión. 


MEDICACIÓN Y TERAPIA
El tratamiento para esta enfermedad está compuesto por medicamentos farmacológicos, entre los que destacan los llamados antipsicóticos atípicos, como la quetiapina o a la olanzapina, que se combinan con el litio y otros elementos estabilizadores. Como tratamiento psicológico, la psicoeducación para el individuo y sus familiares y amigos ha demostrado su eficacia para evitar o reducir los nuevos ingresos hospitalarios o las recaídas, al actuar en conjunto con la medicación adecuada. El objetivo es disponer de toda la información posible acerca de la enfermedad. 

Es una dolencia crónica, pero con ayuda del tratamiento, el afectado puede llevar una vida totalmente normal, con períodos prolongados de estabilidad. También, es fundamental la colaboración y la voluntad del individuo para una evolución positiva. 


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