martes, 20 de noviembre de 2012

Soy tímida

La timidez es un estado de ánimo que implica sentirse asustado frente a personas, situaciones o circunstancias más o menos nuevas. No es ninguna enfermedad y, en pequeñas dosis, puede resultar útil, ya que permite observar a la gente y el entorno que nos rodea, antes de dar el paso de integrarnos y comunicarnos. No obstante, es una pauta de comportamiento que limita, en cierto modo, el desarrollo social del individuo. Todos somos tímidos de vez en cuando y no es algo malo, siempre que no influya en negativo en nuestro día a día. 


En la niñez, la timidez es más habitual, ya que experimentamos cambios constantes en nuestra vida y no estamos preparados para enfrentarnos a ellos. Todo es novedoso y por tanto, nos asusta. Existe un tipo de timidez que desaparece en cuanto uno se adapta a la situación que la provoca. Por ejemplo, un niño puede mostrarse tímido las primeras veces que acude a entrenar con sus compañeros para jugar partidos de fútbol, pero pasado un tiempo, y al acostumbrarse a esa rutina, su timidez se irá. Eso no significa que haya dejado de tener miedo a las circunstancias nuevas, pero, al menos, esa costumbre concreta ya no le provocará ese estado. 

El problema surge cuando la timidez se convierte en algo mucho más grave, cuando impide tener una vida normal. Hay personas incapaces de salir a la calle por temor a encontrarse con aquello que les dificulta relacionarse con normalidad. Se convierten así en individuos introvertidos, que son felices dentro de su mundo interior y no necesitan ni desean el contacto con los demás. Los tímidos patológicos tienen serias complicaciones para enfrentarse a las obligaciones de su día a día, ya que casi todas las responsabilidades de la vida requieren una cierta relación con los demás. 


Hay cuatro teorías que explican este estado de ánimo:
- Teoría innatista: defiende que la timidez puede darse por la modificación cerebral que se produce al repetir una determinada actitud o comportamiento. Cuando este estado tiene lugar frente a un grupo, se conoce como miedo escénico. 

- Teoría de Zimbardo: el terapeuta Philip Zimbardo define la timidez como una sensación de incomodidad al creer que las relaciones con los demás van a traer consecuencias negativas. Puede tratarse de un "tímido privado", que tiene muchos problemas para relacionarse y adaptarse, o de un "tímido público", que a pesar de sus dificultades, consigue tener una vida social más o menos normal al ser capaz de controlar su temor. 

- Teoría de Goleman: en su libro, titulado Inteligencia Emocional, este psicólogo estadounidense sostiene que la timidez surge fruto de una probable disposición neuronal innata, aunque también aclara que la timidez nace, sobre todo, socialmente. 

- Teoría de Yagosesky: este escritor y orientador de conducta afirma que la timidez es una condición innata, cuyas características son ansiedad, estrés, interpretaciones equivocadas en las relaciones, inhibición expresiva e incomodidad. En los casos más extremos, también pueden producirse alteraciones psicosomáticas. 

Las personas tímidas suelen pensar demasiado en la impresión externa que causarán a su interlocutor. A veces, hablan lo justo para hacer notar su presencia, pero sin destacar dentro del grupo. Suelen creer que sus ideas u opiniones serán valoradas de forma negativa por sus acompañantes, aunque se trate de una creencia errónea. Pueden actuar de manera diferente en función del grupo dentro del cual se encuentren, ya sea por cuestiones de afinidad, ideas políticas o pensamientos sobre la vida cotidiana. 


Los casos más graves de timidez desembocan en fobia social. La mayoría de las personas sentimos incertidumbre, ansiedad e inseguridad cuando estamos a punto de conocer a gente nueva. No obstante, después de un rato de charla agradable con esos desconocidos, todo se normaliza y logramos sentirnos más o menos a gusto. Sin embargo, quien sufre fobia social tiene unos niveles mucho más elevados de ansiedad y ésta no desaparece, a pesar de la interacción. Además, suele tener palpitaciones, sudores, rubor, sequedad en la boca, falta de concentración y temblores musculares y en la voz, entre otros indicios físicos. 

Algunos individuos con fobia social suelen recurrir a las drogas o al alcohol para desinhibirse y facilitar sus relaciones con los demás, aunque no es una solución adecuada. Sentirse obligado a ser el centro de atención, ya sea por razones laborales (como es el caso de actores, vendedores, profesores) o académicas (exponer temas en público), no hace más que agravar el problema. 

Como es habitual en la mayoría de dificultades con matices psicológicos, la única manera de solucionar o hacer más llevadero el problema es acudir a la consulta de un experto en psicología. El profesional dará con el origen de la timidez y/o la fobia social y aplicará los mecanismos precisos para que el paciente aprenda a integrarse en la sociedad y controle sus miedos. Es fundamental que la persona tímida ponga de su parte y entienda que la interacción con los demás puede ser realmente satisfactoria. 


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