domingo, 25 de octubre de 2009

Nueva Zelanda: paraíso de mar y tierra firme

Este lejano país se sitúa al sur del Oceáno Pacífico, formado por dos islas que discurren aproximadamente de norte a sur, repletas de cadenas montañosas. Su población total es de unos 4.200.000 habitantes y algunas de sus ciudades más importantes son la bella Auckland (en la Isla Norte, y con 2 millones de habitantes), Wellington (su capital), Christchurch o Hamilton.

El 80% de la población es de origen europeo (inglés, escocés e irlandés) y más de 500.000 personas son maoríes, de los que el 90% vive en la Isla Norte. Así, los dos idiomas oficiales son el inglés y el maorí, y también se hablan distintos idiomas asiáticos debido a la inmigración, además de francés, alemán y cantonés. En cuanto a la religión, hay más de 2 millones de cristianos, divididos en católicos, anglicanos y presbiterianos. La moneda oficial es el dólar neozelandés.

En Nueva Zelanda, se da una gran importancia a la agricultura y horticultura, por lo que no se puede entrar con productos animales, frutas, plantas, semillas o cualquier tipo de alimento que pueda contenter pestes o enfermedades. Por ello, se realiza un registro y se pueden imponer multas.

Fue el primer país del mundo en permitir el voto femenino, en 1893. Sus industrias más importantes son el turismo, la leche, la lana y la carne, la educación y la exportación de madera y pescado. El salario medio anual a partir de los 15 años de edad es de 18.500 dólares neozelandeses, para los hombres de entre 40 y 44 años es de 35.900 y para las mujeres, de 22.000.

El clima del país es marítimo, por lo que puede cambiar de repente, aunque las variaciones de cada estación son pequeñas, lo que lo convierte en un lugar ideal para visitar en cualquier época del año. Sus habitantes (conocidos como kiwis, debido al nombre del ave) aman los paisajes que les rodean, son amables y extrovertidos, y celebran los costumbres de su pueblo indígena, los maorís, que han logrado sobrevivir en el tiempo gracias al reconocimiento de sus vecinos.

Las actividades que se pueden realizar en este idílico rincón del mundo son numerosas. Podrás admirar el impresionante paisaje mientras practicas esquí, surf, cabalgata, montañismo, senderismo (que sus habitantes conocen como tramping) o piragüismo. Además, existen algunas aventuras creadas por los kiwis, como saltar bungee desde acantilados y puentes, meterse en una bola gigante de plástico y rodar así por la ladera de una colina o deslizarse por medio de los rápidos de agua blanca.

Las posibilidades de disfrutar de Nueva Zelanda son infinitas. A 30 horas de vuelo de España, este largo viaje no debe ser un impedimento para visitarla, al menos una vez en la vida. Está formada en algunas zonas por pequeñas y acogedoras casas, cada una de ellas con su propio jardín, y las vistas de los paisajes y del entorno en general son incomparables. Ver en cine o televisión alguna imagen de este país, supone enamorarse de él sin remedio. Yo hace tiempo que ya caí en su embrujo.

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