domingo, 25 de octubre de 2009

Peligros de los tatuajes y piercings

En nuestro mundo actual, está cada vez más de moda decorar nuestro cuerpo, ya sea con dibujos de todo tipo sobre nuestra piel o poniéndonos pendientes en las orejas, el ombligo o la nariz. Supone una seña de identidad para muchos, pero antes de dejarnos llevar por la moda o nuestros deseos, es conveniente que conozcamos algunos de los riesgos que podemos correr a la hora de tatuarnos o hacernos un piercing.


En ambas prácticas, es fundamental emplear instrumentos esterilizados o desechables para evitar el contagio de enfermedades como el sida, la hepatitis B o C, o la sífilis. Asimismo, los pigmentos de los tatuajes también pueden estar contaminados, por lo que hay que extremar las precauciones.


Más en concreto, en el caso de los tatuajes, exiten varios peligros. Las punciones que se realicen pueden infectarse por distintos microbios y, en algunas ocasiones, por el virus del herpes simple. Los pigmentos pueden provocar alergias debido a los metales que contienen, aunque algunos sólo causan reacción cuando entran en contacto con el sol. Especialmente los tatuajes de color rojo o amarillo, pueden provocar una reacción inflamatoria de rechazo, y algunas veces, pueden adelantar la aparición de enfermedades de la piel en personas que tengan riesgo de padecerlas.


Por su parte, a la hora de hacerse un piercing, es muy importante saber que los riesgos dependen mucho de la zona corporal en la que se realice. Así, debemos ser conscientes de que en los pezones y en los genitales existe una mayor probabilidad de infección y desgarro. En el lóbulo de las orejas, los pendientes no suelen infectarse, pero sí provocan cicatrices abultadas, desgarros, y al quitarlos, dejan una marca permanente.


La boca es la zona donde hay más riesgos, ya que los piercings pueden provocar anginas muy graves debido a la gran cantidad de microbios que viven en ella; además, en los primeros días después de la perforación, se modifica el habla y el sentido del gusto y surgen dificultades para tragar. En casos más graves, un piercing en la boca puede ocasionar hemorragias, mayor salivación, hormigueos, mal aliento, retracción de las encías, lesión de algún nervio de la lengua o rotura del esmalte dental o de los dientes.


Por ello, para evitar todos estos riesgos tanto en los tatuajes como en los piercings, hay que seguir algunas recomendaciones. Para empezar, se debe comprobar que el establecimiento y el personal al que acudimos sean de total confianza, sigan la normativa correspondiente y, por supuesto, estén autorizados. Además, es aconsejable estar vacunado contra la hepatitis B y el tétanos.

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