miércoles, 19 de septiembre de 2012

El placer está en el cerebro

La sociedad en la que vivimos se encuentra cada vez más avanzada en muchos aspectos; uno de ellos, es el sexual. Al menos en apariencia, hombres y mujeres disfrutamos por igual de nuestra sexualidad, sin miedo a las críticas, sin prejuicios ni tabúes, de acuerdo a nuestros propios límites individuales. No obstante, aún sufrimos ciertas presiones por parte del entorno, fruto de la educación que hemos recibido. 


ELLAS Y ELLOS
Aún se espera que las mujeres seamos más recatadas, que analicemos más y mejor con quien compartimos intimidad, que no mostremos nuestros deseos en público con demasiada claridad y que, en definitiva, seamos más racionales que ellos. Conforme han pasado los años y se ha modificado la mentalidad social, cada vez nos atrevemos más a expresar lo que nos gusta y lo que queremos, aunque no deja de ser sorprendente para algunos. 

Los hombres, por el contrario, parece que deben comportarse con masculinidad, expresar sus apetencias en todo momento, controlar la situación, dominar el terreno por donde pisan y mostrase fuertes. La debilidad y los titubeos no resultan atractivos para las mujeres y eso les genera todavía más tensiones, que se esfuerzan por superar. El cambio de actitud de los últimos años en ambos géneros, en ocasiones, provoca enfrentamientos, ya que un hombre que tiene un carácter más suave, puede sentirse intimidado por una mujer con las cosas claras y que tome la iniciativa en el terreno sexual. 

FRIGIDEZ
Consiste en la ausencia total de sensaciones placenteras en la mujer durante las relaciones sexuales. No debe confundirse con la anorgasmia, que únicamente es la falta de orgasmo, aunque sí exista placer por medio del contacto físico. La frigidez, a veces, puede ir acompañada de la afanisis, que es la carencia de deseo sexual, ya que al no obtener ninguna respuesta gratificante, la mujer suele perder interés por el sexo. 


Un 10% de las mujeres sufre frigidez. Las causas pueden ser muy diversas: desde haber vivido algún trauma durante la infancia, una educación estricta, la falta de confianza en una misma, pasando por la escasa habilidad del compañero de cama, ausencia de atracción sexual hacia la pareja, problemas hormonales, y hasta la ingesta de antidepresivos o padecer alguna enfermedad (como la esclerosis o la diabetes). 

Para solucionar este problema, lo principal es acudir al ginecólogo para concretar que las causas sean orgánicas o psicológicas (éstas últimas suelen ser las más habituales). En este último caso, se deberá llevar a cabo una terapia personal, con el objetivo de que la mujer conozca su propio cuerpo, se relaje y descubra su sensualidad. Para aquellas mujeres que han perdido toda su sensibilidad, se podría inyectar ácido hialurónico, que hincha el punto G y favorece el placer. 

DISFUNCIÓN ERÉCTIL
Es la incapacidad masculina repetida para conseguir o mantener una erección lo bastante firme como para llevar a cabo el coito de forma satisfactoria. Antes, también se utilizaba el término impotencia, pero ya no está aceptado por los sexólogos. 

En los hombres de entre 40 y 70 años, las causas suelen ser físicas, ya que este problema se debe a enfermedades, lesiones o efectos secundarios de medicamentos. El 70% de los casos de disfunción eréctil se deben a diabetes, esclerosis múltiple, alcoholismo crónico, arteriosclerosis, psoriasis, problemas en el riñón o enfermedades neurológicas. Además, también se pueden dañar nervios y arterias próximos al pene como consecuencia de una cirugía de próstata o algún tipo de lesión en la zona. 

En los hombres jóvenes, la impotencia se debe más a aspectos psicológicos, tales como el estrés, la depresión, sentimientos de culpabilidad, la ansiedad, miedo a no cubrir las expectativas o una baja autoestima. Todo esto supone entre el 10 y el 20% de los casos. 

Sólo diez de cada cien hombres que padecen esta disfunción buscan ayuda médica. La razón principal es la vergüenza que les provoca confesar este problema, que afecta a su masculinidad y puede desencadenar alteraciones psicológicas. Lo cierto es que se trata de una dolencia más, que se cura por medio del tratamiento adecuado, siempre establecido por un especialista. Es conveniente evitar los medicamentos milagrosos que prometen beneficios en poco tiempo, ya que todo requiere un proceso de una determinada duración. 

ANORGASMIA
Ya mencionada más arriba, es la inhibición repetida y continuada del orgasmo, después de haber recibido una correcta estimulación sexual y de haber obtenido placer con normalidad. Es un problema que sufren el 30% de las mujeres y también puede producirse en hombres, aunque es menos frecuente y más difícil de diagnosticar, ya que la eyaculación suele considerarse orgasmo, cuando no siempre es así. 

Las causas pueden ser orgánicas (que sólo suponen el 5% de los casos) o psicológicas. Sufrir algún traumatismo en la zona, ingerir fármacos o drogas, o padecer alguna enfermedad pueden generar este problema. Por otro lado, entre las causas psicológicas, destaca la falta de información sexual, unas condiciones culturales negativas, angustia, escasa concentración durante el sexo o culpabilidad

Como consecuencia de todo esto, existen varios tipos de anorgasmia:
  - Primaria: la padece quien nunca ha tenido un orgasmo. 
  - Secundaria: cuando después de un período de orgasmos normales, dejan de obtenerse. 
  - Absoluta: si no se consigue el orgasmo con ninguna técnica sexual (coito, masturbación, etc.).
  - Relativa: cuando únicamente falta el orgasmo en una práctica sexual concreta (por ejemplo, sólo durante el coito, aunque sí se logre en la masturbación). 
  - Situacional: ausencia de clímax sólo en circunstancias específicas

Como en los problemas sexuales anteriores, la solución para la anorgasmia pasa por acudir a la consulta de un especialista, que indicará las pautas que se deberán seguir. 

EYACULACIÓN PRECOZ
Es la falta de control del impulso eyaculatorio masculino. Casi todos los hombres (en torno a un 75%) lo sufren en algún momento de su vida sexual, al menos una vez. En las situaciones más graves, el hombre eyacula antes de penetrar a su pareja o segundos después de hacerlo. Es la dificultad sexual más habitual, ya que se da en un porcentaje de entre el 25 y el 40% de los hombres. 

Esto provoca desórdenes emocionales, pues afecta directamente a la relación de pareja. Actualmente, existen medicamentos y técnicas retardantes o juguetes sexuales que pueden retrasar la eyaculación, aunque lo fundamental es visitar la consulta de un urólogo para que descarte causas anatómicas o fisiológicas (muy poco comunes). Suele ser una afección psicológica o emocional, debida a ansiedad, culpabilidad, angustia o nerviosismo. También, puede deberse a infecciones genitales, desequilibrios emocionales o enfermedades psiquiátricas (como el trastorno bipolar). 


CONCLUSIONES
Hoy en día, sabemos que todas estas alteraciones sexuales son mucho más habituales de lo que pensamos. Por ello, la comunicación con los especialistas médicos es fundamental y debemos dejar a un lado los miedos y las inseguridades que nos genera plantearnos qué pensarían los demás acerca de estas afecciones. Quien más, quien menos, se verá en alguna de estas situaciones tarde o temprano. Lo importante es superarlas y lograr una vida sexual plena

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