jueves, 24 de septiembre de 2009

La acción humana acabará con él si no se toman medidas de inmediato

EL OSO POLAR DESCENDERÁ UN 30% POR EL DESHIELO Y LA CONTAMINACIÓN

Este mamífero es una de las especies en mayor peligro de extinción del mundo, aunque aún no se ha reconocido como tal, de la que hoy en día quedan unos 25.000 ejemplares. La subida de la temperatura media global que provoca la fusión del hielo a través del cual puede desplazarse y cazar focas, la contaminación industrial y los pesticidas, entre otros daños, generan desplazamientos a zonas habitadas por el hombre para buscar alimento, casos de canibalismo, enfermedades e incluso la muerte.

La Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UMCN) ya ha emitido su pronóstico: en los siguientes 45 años, el número de osos polares que habitan el planeta se reducirá un 30%. Actualmente, estos animales están más delgados y tienen menos crías que hace dos décadas porque la subida de temperaturas como consecuencia del calentamiento global está reduciendo su hábitat. Según informes del WorldWatch Institute, hoy el hielo se derrite en mayor medida y en más sitios que en ninguna otra época de la historia. En la Bahía de Hudson, en Canadá, el hielo se fragmenta casi tres semanas antes de lo que era habitual hace treinta años lo que provoca que los osos no tengan suficiente tiempo para cazar e incrementar sus reservas de grasa para soportar todo el invierno, que allí dura ocho meses. De esta forma, sobreviven menos, se reproducen con menor frecuencia y además, empeora la calidad de vida de los cachorros. Los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), integrado por 130 países, afirman que en el verano del año 2050 habrá desaparecido hasta el 60% del hielo marino.

El problema radica en la subida de las temperaturas, que también provocará imprevisibles catástrofes naturales, como huracanes, tifones, sequías prolongadas, lluvias torrenciales que ya se han dado en determinadas zonas en los últimos años. De acuerdo con el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (conocido como AR4), en el último siglo la temperatura media terrestre ha subido 0,74º C y se espera que aumente 0,2º C más cada década en los veinte años siguientes. Esto es mucho más intenso en el Ártico (Polo Norte), mientras que en el continente Antártico (Polo Sur), el efecto será en general, menor y más lento, salvo en la península antártica.
Así, en distinta medida, en los polos cuando la temperatura es mayor que el punto de congelación, es decir, más alta que el límite que hay entre el agua líquida y el hielo, y éste empieza a derretirse, la Tierra absorbe la radiación del sol, cuando antes la reflejaba. Así, se inicia un proceso que se retroalimenta, en el que cuanto más calor llega, más rápido se funde el hielo y al mismo tiempo, las temperaturas de los polos suben más deprisa que en la zona del ecuador. De este modo, la diferencia térmica entre estos dos puntos del planeta tiende a ser menor.

En el año 2004, los expertos del Consejo Ártico, formado por los ochos países que rodean esa zona (entre ellos, algunos donde vive el oso polar), hicieron un estudio y llegaron a la conclusión de que allí suben las temperaturas dos veces más rápido que en el resto del mundo. Esto se debe a que esta región es más débil y los ecosistemas que la componen tienen dificultades para adaptarse. La capa de hielo que protege el Océano glacial ártico ha disminuido su espesor un 42% en las cuatro últimas décadas y además, tiene un 6% menos de extensión.
Wieslaw Maslowski, investigador que dirige a científicos de la NASA, del Instituto de Oceanología y de la Academia de Ciencias de Polonia, sostiene que los glaciares del Ártico se fundirán en los veranos a partir de 2013. Si se derriten por completo, el nivel del mar podría ascender 7,3 metros. En la zona occidental de Groenlandia, el deshielo es mayor y un 30% más rápido desde 1979 y la cantidad que se ha fundido es dos veces el hielo que hay en los Alpes.
Las predicciones más pesimistas de la NASA apuntan a que en el año 2040 el hielo del Ártico ya no existirá. Mark Serreze, el científico principal del centro gubernamental de datos sobre nieve y hielo en Boulder, Colorado, afirma que “el Ártico pide ayuda a gritos”.

Esto pone en muy grave peligro la supervivencia del oso polar, que vive en su mayor parte en Canadá, pero también en la costa este de Groenlandia, en Alaska, Rusia y Noruega, lugares muy dañados por el cambio climático y que por sus temperaturas medias anuales por debajo de 0º C, están formados por permafrost, que es suelo helado permanente del que depende por completo este animal. Ya existen algunas pruebas que evidencian que el comportamiento del oso polar no es el mismo que hace años y que su modo de vida se está transformando por el calentamiento global.
Anatoly A. Kochnev, biólogo del Pacific Scientific Research and Fisheries Center de la región de Chukotka (Rusia) afirma que “el hábitat cotidiano de los osos polares se está reduciendo” porque “estos animales se acercan a la costa en busca de comida, y las principales fuentes de alimentos están donde la gente vive”. En Rusia, se desplaza a los pueblos del norte, lo que supone un gran peligro para sus habitantes.´


Uno de los peores daños que sufre el oso polar lo apuntó Richard Steiner, catedrático de biología marina en la Universidad de Alaska, al diario The Wall Street Journal: “para cualquiera que se pregunta cómo el calentamiento global y la reducción del hielo afectará a los osos polares, la respuesta es sencilla: se mueren ahogados”. Algunos expertos del Servicio de Gestión de Minerales del Departamento de Interior de EE.UU, en septiembre de 2004, a través de un reconocimiento aéreo en el Ártico vieron diez osos polares nadando en el mar alejados del hielo. Cuando volvieron allí días más tarde encontraron a cuatro de ellos muertos en el agua. Por primera vez, los científicos han podido probar estas muertes en Alaska después de que estos mamíferos recorran grandes distancias a nado en busca de alimento. Resulta muy extraño que mueran así, ya que en los 25 años anteriores de vistas aéreas, sólo se vio un oso polar cada dos años nadando lejos de la costa.

Otra consecuencia del deshielo es el canibalismo. De nuevo en Alaska, y también en la parte occidental de Canadá unos investigadores descubrieron osos polares que se comían a miembros de su misma especie. Steven Amstrup, uno de los participantes en la investigación declaró a la cadena de televisión CNN que “durante 24 años de investigación en la región del norte de Alaska y 34 años en Canadá nunca habíamos observado que se mataran y se comieran para alimentar otras crías”. Un caso especialmente desesperado fue el de una hembra que tuvo que comerse a sus propias crías porque sus presas, las focas, estaban muy lejos por el deshielo y no tenía nada más de que alimentarse.

El cambio climático es hoy el peligro más directo para estos animales, pero también les perjudica la invasión de su hábitat, la caza y ciertos contaminantes procedentes de la actividad industrial en EE.UU, como pueden ser los pesticidas y algunos componentes químicos. La presencia de estas sustancias y el cambio climático están vinculados. Cuarenta investigadores de Seattle (EE.UU), en junio de 2005, afirmaron que los osos polares “son susceptibles a los efectos de los contaminantes” y que esos efectos podrían agravarse con el calentamiento global.

Por una parte, existen unas sustancias resistentes al fuego, que se acumulan en los tejidos grasos del oso polar (algunos componentes venenosos prohibidos les causarían cáncer, si se acumularan en gran cantidad), que se conocen como “retardantes de fuego”, difeniléteres polibrominados o PBDE, y cuya presencia en el Ártico es menor que en Norteamérica, pero aún así, según los científicos, su toxicidad permanecerá allí durante mucho tiempo porque tardan en descomponerse. Además, un grupo de científicos de Alaska, Canadá, Dinamarca y Noruega, basándose en el estudio de trece ejemplares de diez lugares diferentes, descubrió que los daños de los “retardantes de fuego” aumentaban cuando los osos se alimentaban de las focas, sus presas, que se los transmitían. Por otra parte, existen otras sustancias con características parecidas a las de los PBDE que hacen más débil el sistema inmunológico de los osos polares y afectan a su estructura ósea. Además, al incidir en sus hormonas sexuales, podrían provocar la aparición de osos hermafroditas, aunque en un número muy reducido. Aún se desconoce si todas estas sustancias les causan la muerte, pero los expertos creen que pueden ser causa de enfermedades y que la leche contaminada de estos mamíferos mata a las crías.
El este de Groenlandia y las islas Svalbard de Noruega reciben una mayor contaminación por estas sustancias químicas, presentes en el oso polar hasta diez veces más que en Alaska y cuatro más que en Canadá.

El gobierno norteamericano, que hasta ahora no tomaba en serio las consecuencias del cambio climático, mostró ya su deseo de incluir al oso polar entre los animales en peligro de extinción, aunque el periódico The Washington Post apunta a que esta propuesta se debe a la presión ejercida por organizaciones medioambientales. Para salvar a este animal, hay que detener el cambio climático, por lo que los países deberían reducir los gases de efecto invernadero. Sin embargo, la realidad es que desde el año 2000, la emisión de CO2 a la atmósfera por quemar miles de millones de toneladas de combustibles fósiles cada año es un 35% mayor de lo que se esperaba porque no se han cumplido los compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto, aprobado en 1997. En la actual Cumbre de Bali (Indonesia), el objetivo será fijar las ideas para un acuerdo que se firmará en 2009 y que sustituirá a Kioto en 2013.

Según Lara Hansen, científica del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), aunque el oso polar en realidad aún no se considera una especie en peligro, “es vital que la gente comience a tomarse la amenaza en serio”. Además, añade que “la gente no piensa en la conservación de las especies hasta que no quedan 500 ejemplares, pero en el caso de los osos polares tenemos una ventaja tremenda y es que estamos al principio del problema, por lo tanto podemos tomar medidas y podemos hacer algo para proteger a esta especie antes de que el número y su hábitat se hayan perdido y no se pueda hacer nada”.

En 1973, Canadá, Noruega, EE.UU y Dinamarca ya firmaron un acuerdo para proteger a este animal y, en la actualidad, Noruega tiene la intención de reunirse con otros países donde habita el oso polar para encontrar soluciones.
Su futuro hoy está en nuestras manos y es necesario adquirir una conciencia global de que este animal podría desaparecer por completo a finales de este siglo.

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