Casa de arena y niebla |
Una casa de madera, amplia y acogedora, de esas que
siempre aparecen en las películas americanas. Una mujer que es obligada a
abandonarla por el impago de unos ficticios impuestos. Y un hombre que la
compra para venderla más tarde a un precio mayor. El fondo de Casa de arena
y niebla es bastante complejo. Los dos protagonistas pelean por una casa
que les pertenece, pero no en exclusividad. Y esa pelea acaba en tragedia, como
no podía ser de otra manera, para mostrarnos que cuando la vida se acaba, todo
lo material no importa lo más mínimo. Se trata de un reflejo de la
desesperación que podría apoderarse de cualquiera de nosotros, si de la noche a
la mañana, nos viéramos sin un lugar donde vivir. La historia casi roza el absurdo justo al final, cuando le
preguntan a la protagonista si esa es su casa y ella responde que no. El
problema nunca hubiera existido si esa casa no le hubiera importado tanto.
El
escondite, protagonizada por Robert De Niro y
Dakota Fanning, siempre giró en torno a la insistencia de la niña protagonista por no
revelar la identidad de su nuevo amigo, ese tal Charlie. ¿No hubiera sido más
fácil decirlo desde el principio, y no engañar al espectador, que imagina lo
que no existe? De haberse revelado el misterio, no hubiera habido película,
pero al menos, no hubiéramos perdido el tiempo pensando en fantasmas, para
después descubrir el drama de una niña cuyo padre ha perdido la cabeza (si
descubro el final, es para ahorrar desilusiones).
21 gramos |
Una
inmensa decepción (que no recomiendo a nadie) fue Crash, esa extraña
película en la que sus protagonistas practicaban sexo tras sufrir un accidente
de tráfico. ¿A quién se le ocurriría semejante argumento, si no se trata de pornografía? Imagino que al
director, que se atrevió a mostrar el sexo como algo más importante que
cualquier otra cosa, incluso más importante que la vida de una persona. Vi la
película atraída por lo que contaba la historia, lo reconozco, pero en el
fondo, pensaba que sería algo más serio, que los personajes reconocerían su
problema (que está claro que lo tienen). Sin embargo, el diálogo escasea (y casi mejor) y la película aburre
hasta límites insospechados. Cabe
preguntarse cómo los actores aceptaron trabajar en ella. No encuentro
respuesta.
Nada
que ver con 21 gramos , que contó con un excelente reparto formado por
Sean Penn, Naomi Watts y Benicio del Toro, y que nos contó una historia que día
a día viven miles de personas sin saberlo. Cuando una persona muere, sus
familiares pueden autorizar para donar alguno de sus órganos, pero no suelen
conocer a la persona o personas que los reciben. En esta historia, sí llegan a
conocerse: la mujer del fallecido en un atropello y el hombre que recibe su
corazón y salva así su vida. El tercero en discordia es el autor del atropello,
que desconoce las consecuencias de su accidente, pero se entrega a la policía
voluntariamente. Vida y muerte, desesperación y esperanza se entrecruzan para unir a tres personas muy
diferentes, que se necesitan irremediablemente.
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