martes, 8 de mayo de 2012

Un virus controlado, pero real

En España, a día de hoy, hay unas 130.000 personas infectadas por el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana; también conocido como HIV) y en el mundo, ascienden a 40 millones. Cifras preocupantes si tenemos en cuenta que desde 1979 (año en que se tuvo constancia de los primeros casos de enfermos de Sida en Nueva York), la información sobre su prevención se ha multiplicado y el número de enfermos ha descendido de forma notable. No obstante, la excesiva confianza y los descuidos siguen jugando malas pasadas. 

ORIGEN
Existen dos teorías importantes acerca de los orígenes del VIH. Por una parte, la primera afirma que el Sida surgió entre ciertas especies de monos en África y los seres humanos fueron contagiados a través de una mutación. Esta creencia no se sostiene demasiado porque es difícil defender que se trate de una mutación natural, ya que los virus que suelen sufrir las personas y los primates son muy distintos al del Sida. Además, los primeros enfermos en África fueron localizados en 1983, mucho después de los primeros registrados entre los homosexuales en Nueva York. 

Por otra parte, se encuentra la teoría del profesor Jacob Segal, antiguo director del Instituto Biológico de Berlín, que investigó a fondo y descubrió que el VIH podría haber sido creado por el hombre por medio de la ingeniería genética. Sus ideas toman forma a partir de la composición del virus que provoca la enfermedad: es muy parecido a una dolencia cerebral que padecen las ovejas y que no se contagia al ser humano, que recibe el nombre de Visna (de hecho, el VIH y el Visna tienen el mismo genoma); y al mismo tiempo, contiene una porción del código genético del HTLV-I, un tipo de leucemia que ataca a los linfocitos T y que no suele ser mortal. 
Es imposible que tanta semejanza se haya producido de manera natural a causa de la evolución. Esta afirmación, por supuesto, no ha sido demostrada y, de hecho, se ha intentado silenciar.

TRANSMISIÓN
Hay dos tipos de virus del Sida: HIV-1 y HIV-2, y los dos agreden al sistema inmunológico e invaden los linfocitos T. La forma de transmisión más evidente es por medio de la sangre, ya sea por transfusión, operaciones quirúrgicas, inseminación artificial o que dos zonas con heridas sangrantes entren en contacto directo. Otro es el contagio por las relaciones sexuales, a través del semen y el flujo vaginal. Y por último, puede trasladarse de una mujer embarazada a su hijo, ya sea durante el embarazo, en el parto o en la lactancia. 

Una vez contraída la enfermedad, puede existir un período de entre dos y nueve años después de la transmisión en el que no se producen síntomas de ningún tipo. No obstante, entre las dos semanas y los tres meses posteriores al contagio, pueden darse evidencias que lo confundan con la Mononucleosis infecciosa (que recibe el nombre popular de "enfermedad del beso"). 

El Sida causa un deterioro importante en el organismo de la persona afectada. Es fundamental iniciar el tratamiento lo más rápido posible. Hay que saber que el VIH puede presentarse en el organismo libremente o bien, encontrarse dentro de una célula (esto último es más habitual). Después, lo capta un macrófago (célula que presenta antígenos, encargados de generar la respuesta inmunitaria) y lo extiende al resto del cuerpo. 

SEROPOSITIVOS Y ENFERMOS
El seropositivo es aquel individuo que se ha contagiado por el VIH, pero que no presenta síntomas durante varios años, por lo que el virus se encuentra adormilado en su organismo. Esto se produce porque su cuerpo ha conseguido un equilibrio entre el virus invasor y las defensas (aparato inmunitario). No obstante, al ser portador del virus, puede contagiar la enfermedad. 

En cambio, el enfermo de Sida es aquel que empieza a sufrir las consecuencias de la enfermedad, cuando su sistema inmunitario cede y desciende el nivel de los linfocitos T. En ese instante, aparecen los síntomas del Sida y las llamadas Enfermedades Oportunistas, más difíciles de tratar al haberse perdido la capacidad inmunológica. 

El tiempo que transcurre desde que el virus aparece y se encuentra dormido hasta que surgen los primeros síntomas y anticuerpos recibe el nombre de "ventana". Es necesario que pasen un mínimo de tres meses desde el contagio para que el VIH pueda ser diagnosticado de forma fiable. 

TRATAMIENTO A SEGUIR
El Sida es incurable. A pesar de los últimos avances en las investigaciones (se habla de una posible vacuna a largo plazo), no existe ningún tratamiento que pueda vencer a la enfermedad. No obstante, desde su aparición hasta hoy, se ha logrado que los infectados puedan tener una vida completamente normal, ya que, por medio de los fármacos adecuados, el virus queda totalmente controlado. Es necesario empezar a medicarse antes de que los síntomas del VIH hagan su aparición. 

Actualmente, existen quince fármacos que se utilizan contra la infección. El tratamiento está formado por la combinación de varios de estos fármacos antirretrovirales, que detienen la multiplicación del virus en las células (replicación) y evitan el deterioro inmunológico. Además, reduce las posibilidades de que aparezcan otros virus oportunistas. Se conoce como terapia antirretroviral de gran actividad o TARGA. Gracias a estos tratamientos se han reducido los ingresos hospitalarios y la mortalidad en los enfermos. 

CÓMO PREVENIR
Es evidente que la mayoría de la población sabe qué debe hacer para evitar posibles sustos. Sin embargo, es alarmante la falta de responsabilidad de los jóvenes (y de algunos adultos), que confían demasiado en sus parejas sexuales. Hoy en día, la promiscuidad es un hecho generalizado y por ello, más que nunca, hay que aumentar las precauciones, con el uso de preservativo en todas las relaciones de riesgo y mayor protección en aquellas prácticas que puedan facilitar el contagio. 

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